- Suicidios de luna,
cantares melancólicos
hacía vastos prados,
y aquellos suspiros ahogados
de un hada malherida.
Brilla mi condena a través de mis pasos,
se escucha mi tristeza por los ecos,
me acompañan aquellas urracas
que volando de un lado para otro
expresan desasosiego.
Ráfagas de plata,
mudas de cigarra olvidadas
que se remontan a unos antepasados
de los que nadie recuerda el nombre.
Se cree que sufrieron mucho en vida.
Pon la mano en mi pecho,
siente los ralentizados latidos
de mi desvastado corazón.
Son como pequeñas cuchillas,
me duele cada segundo que pasa.
Sueños fragmentados,
zorros escarlata en huída,
aquel anochecer que se sucede
transmutándose en un cúmulo de sangre,
en pesadillas rojizas de otros tiempos.
Por esa profunda caverna
parece no haber salida,
mas aún así llegué al final.
Aquí dentro hace mucho frío
y me siento muy solo.
- Flores marchitas te indicarán
el camino gracias a sus pétalos
cobrizos y desgastados.
Los susurros de los vientos
dicen que tras aquella gruta
se encuentra un monte escarpado.
En el interior del monte, existe
la única flor que ha sobrevivido
al crudo invierno,
y que tiene un nombre desconocido,
aunque un aspecto que se asemeja
al del lirio rojizo.
Cuando la viste sentiste fascinación,
una mezcla de mudo terror
y de enamoramiento tembló
en ese profundo hueco del que cuelgan
algunas cuerdas que al ser pulsadas
emiten una melodía inusitada.
Pasiones carnales palpitan
en las húmedas ramas,
estas se entrelazan aprisionando
a un espiritu cautivo de sí mismo.
Es imposible escapar de ese instante
que tan placentero es condena
y salvación momentánea,
un efluvio de lo que pudo ser.
Respira antes de que se acabe el aire,
sonríe antes de la decepción,
sueltalo porque se va a escapar,
dejalo atrás porque se irá.
Todo se transforma inevitablemente
como aquellos recuerdos esfumados.
No lo lamentes en vano porque el vaso
ya se ha acabado nada mas posar los labios.
- Veo el anochecer, que, inevitable,
asciende cual el humo de mi ducado
hacía mundos espectrales,
tanto de ensueño como de pesadilla.
Poblan aquellos lares cien mil espíritus
que ya dejaron pudrir sus cuerpos
desde antaño, y que ahora,
pretenden renacer en un paraíso ficticio.
Dignos de ficción son algunos sueños,
unos nos provocan risas, y otros,
nos llevan a un llanto descontrolado,
al igual que nuestras supuestas vidas.
De vez en cuando sucede algo imprevisto,
que en cierto modo nos libera
del paso aparentemente lineal del tiempo.
Por un momento, todo se detiene.
Se queda congelado el instante,
las hojas ya no se mueven,
los ladridos se silencian
y el inquieto se queda dormido.
Pero esa breve iluminación dura poco,
es como un relámpago repentino.
Al final las nubes se dispersan
y aparece la solitaria luna.
Y entonces, el cigarro se me apaga,
las lágrimas inundan mi rostro,
todo mi cuerpo se agita nervioso
y comprendo el sufrimiento de todas las cosas.
- Sobre el mantel se derramó la copa.
El vino violaceo, como de bermellón,
se arrastra a través de la seda,
inundándola de su fulgor asesino.
Parece como si un hermoso cádaver,
hubiera caído ahí mismo,
y que de sus carnosos labios
saliera una sangre muy densa.
Ya nada puede hacerle.
La copa se cayó, y no queda ninguna jarra
con la que pueda rellenarse,
de dotar a aquel vaso de nueva vida
que se disfrutase a lento fuego.
Aún así, yo aquí mismo, prometo
y juro solemnemente,
que si por un azar del destino
se me diera otra copa cargada
de suculento vino, néctar divino,
no sólo me lo bebería hasta llegar
a su abismo, sino que además,
me deleitaría con cada trago
cual si se tratase de una ambrosía
prohibida que un dios robó para mí.
- El rocío como perlas
cada mañana se desliza
por encima de todos los seres,
tanto por las reverdecidas plantas
como por aquellos que se desplazan.
Así, un ciclo vital comienza
llenando todo de cierto encanto,
de colores y de cálidas sensaciones...
Luego, ese rocío se petrifica
cual gélidas lágrimas,
sucediendose la noche
y la tristeza de la luna esculpida
por su compañía de estrellas,
y aún así, se siente tan sola...
Sólo emite muecas inexpresivas
que pretenden ser una sonrísa
ante el coro de sonidos nocturnos.
Lástima provoca el pensar que todo esto
acabará, que algún día dejará
de amanecer, que todo será oscuridad,
una noche perpetua donde ni la luna
se asomará en un silencio eterno.
- ¿Será verdad...?
¿Es cierto que el aroma de los campos
proviene de un monstruo oculto
que nos vela su presencia
distrayéndonos con aquellas fragancias
provenientes de otros tiempos?
¿Es auténtico el brillo de los cielos
cuando un resplandor fugaz
ilumina nuestra vista haciéndonos soñar
con su apariencia que nos impulsa a
buscar una secreta belleza?
No sé, desconozco si será verdad.
Lo único que con certeza aseguro
es el contemplar que unos seres
viven un tiempo, mas que al poco
perecen para dejar paso a otros seres
que igualmente terminarán muriendo.
Parece ser que está inscrito en nosotros
desde antaño, desde el comienzo
de los tiempos, que todo es caduco,
que todo lo que existe dejará de existir.
Mas algunas noches, sentado en el lecho
empiezo a divagar tras pasajeras
ilusiones que se transmutan en curiosos
personajes que festejan, bailando
acompasadamente ante mis ojos.
Estos cantan letras que me son desconocidas acompañadas de melodías
que sospecho que son de otro mundo.
Y, pese a no entender muy bien,
me hacen creer por un instante
que todo lo que veo es una mentira
inventada por un tipo muy feo.
¿Será verdad...?
- Aunque la brisa me acaricia,
danzando a mi al rededor
como una loca y sensual bailarina,
temo que amaine mi fuego interno,
o que este se avive tanto
que mis mariposas perezcan al momento.
Me deslizo sobre fuertes brasas,
esquivo las hierbas circundantes
para que estas no sean dañadas,
y de vez en cuando, tropiezo con piedras
que provocan el estallido de gran cantidad de chispas.
Si se contemplase en dirección sureste
probablemente se viesen mis llamas
ardiendo hasta el cielo noctuno,
a pesar de estar rodeado
por altas montañas o por anchos campos
se me vería sin dificultad.
Callan los que se cruzan a mi lado.
Noto cómo se estremecen por su miedo
a ser calcinados en cualquier momento.
Pero no caen en la cuenta,
de que puedo escuchar el aire que sale
de sus orificios, hasta sus suspiros...
Los ignorantes no advierten
que yo les temo más a ellos.
Con el mas leve roce
de mis sutiles dedos invocaría un volcán
en sus pechos, del que nacería una lava
que se expandería a sus miembros.
Por eso yo me alejo.
No quiero saber más del mundo
y sus vanos afanes.
No me interesan sus efímeras glorias
ni sus cómicos fracasos.
No tienen nada interesante que ofrecerme
Quiero irme muy lejos.
Viajar a través de horizontes
aún no descubiertos,
aquellos que se esconden en la falda
de los montes cual fémino secreto
sólo accesible para los afortunados.
Mas llegará el momento que mi llama
se apague, que se agote
en forma de una exhalación en el aire.
Cuando eso pase me limitaré
a cerrar los ojos muy poco a poco...
Por fin podré gozar de la brisa vespertina.
- Li Bai, amigo mío:
tú que con la copa en mano
cantaste a la luna mientras bailabas
con tu sombra,
tú que con el rostro arrasado en lágrimas
te despedías de tus compatriotas
con la esperanza de volver
a beber juntos,
tú que rendiste los mayores tributos
tanto a las alegrías
como a las desgracias de la vida
tomando suculento vino,
tú que supiste captar desde la melancolía
de una brizna de hierba
que se alejaba como de una dama
abandonada por su amado,
tú que en sueños trepaste
las más altas montañas
y vislumbraste a diosas e inmortales.
Dime, hermano mío
de devenires poéticos:
Después de toda esa aventura
que fue tu vida viajando
de un lado para otro en busca
de gente que apreciara tus poemas,
¿Qué descubriste al final del sendero?
Tras tantos exilios voluntarios e impuestos y todos los curiosos
personajes ajenos al mundo letrado
e imperial que conociste,
¿Qué aprendiste de sus lecciones?
Tú que conociste de la inmortalidad
hasta el punto de a día de hoy ser
cantado y recordado tanto en tu pueblo
como en los lejanos
¿Qué viste en aquellos parámos
que unos llaman Cielo, y otros Nada?
- Ando, solitario, en medio del campo
mientras escucho entristecidos
maullidos de gato.
Su canción es de una melancolía inmensa
En la lejanía percibo parpadeantes luces
que indican que mas allá de mí
hay otras vidas, cargadas todas ellas
de las esencias lumínicas y sombrías.
De la espesura descubro una anodina
mariposa que me recuerda
la fragilidad de nuestras vidas,
incluso volando parece que se tambalea.
Detrás de ella, hay gran cantidad de flores
que se esconden ante mis ojos.
Permanecen agazapadas, ocultas
tras una madera carcomida: su casa
Para proteger su intimidad, alzo la mirada
hacía el cielo desfalleciente.
Aquel que se escurre con sus interminables ciclos en sucesión.
Todo parece tan vano, y tan importante a la vez, cada detalle del paisaje
es un cuadro que cuando desaparezca
seguirá en pie eternamente.
Siento en mi corazón una esperanza
enterrarse, y un sueño que asciende.
Qué triste y qué alegría sería
ser recordado para luego olvidarse.
- Cierro los ojos y clamo al cielo nocturno
por unos plácidos sueños
que me alivien los sufrimientos
que poblan los rincones de esta vida.
Quisiera soñar con extraños paisajes
aún no avistados por ojos humanos,
con pequeños e infimos seres
que se conduzcan con la inocencia
de los niños recién nacidos.
Desearía poder habitar lejanos palacios
situados en las entrañas
de un solitario bosque donde cantar
y bailar a mis anchas sin ser juzgado.
Se celebrarían grandes fiestas
donde el lujo pasaría a segundo plano
porque lo importante sería
el mero disfrute delicado,
y si por un casual alguna pena del pasado
nos acongojara, escanciaríamos
suculenta bebida que nos traería
la alegría pérdida en la vigilia.
En tales parajes se podría ser feliz,
ya que se tendría el estar colmado
con el estar vacío, la abundancia
con la escasez y la pomposidad
con la simplicidad de ser.
Ojalá habitar por allí más tiempo,
pero todos tenemos que regresar
al hogar por mucho que nos duela.
Unos lo denominan nacer,
y otros, despertar.
- Desvelado, me levanto de la cama
y alzo mi mirada hacía la oscuridad
insondable de mi cerrada habitación.
Creo que oigo algo, un grito extraño.
Prestando atención, me percato
de que se tratan de tristes gemidos.
Una especie de llanto que se propaga
a través de unos cuantos kilometros.
Parece una mujer llorando,
que sin poder evitarlo, ha estallado
en millares de lágrimas repartidas
por todos estos desolados lares.
Siento que sus tristezas se huelcan
en una sútil melodía desfilando
a mis oídos en notas discordantes,
que poco a poco se vuelven armoniosas
Los sonidos proferidos por su boca
terminan por atenazarme el pecho,
me dejan en suspenso, como colgando
de una cuerda impuesta por la vida.
Se quedan atrapados en mi corazón
cual cuchillas lanzadas al azar
en busca de que su sufrimiento
sea rememorado por largos años
Lamento no ser un poeta reconocido.
He intentado que tus lastimeros
chillidos queden escritos en unos versos.
Aunque raro sería que alguien los leyera.
Aún con ello, no he podido evitar
poetizar tu sufrir para que se quede aquí.
Hay un algo en tus tristezas
que tiene un eco de otro mundo mas allá.
- Sopla una fresca brisa,
y ya se escucha a las hojas murmurar
gracias a un viento travieso.
La húmedad del ambiente lo cubre todo:
desde el paisaje exterior fragante
como mi cuarto titubeante.
Mensajes lejanos se expresan
en la escased de luz
y en el aumento de sonidos.
Yo, despierto a deshoras, me dejo
arrebatar por una pulsión interna
que me predispone a una alegre
melancolía que añora otros tiempos.
Continúa siendo el estío,
mas el otoño ya se asoma por la ventana.
Con añoranza me despido,
y con un sabor agridulce doy la bienvenida.
- Paso mis días entre el humo
de mis ducados, y las páginas
de mis apreciados libros
que llevan a mis ojos
a sobrepasar fronteras imaginarias.
En su conjunto, ambos elementos
aunados por mis dedos
dan alas a mis espaldas,
echandome a volar muy lejos.
Rodeado de exquisita fragancia
de tabaco negro, y arropado
por las solapas de los libros,
logro construir un hermoso refugio
que me aparta de las constantes
míserias del mundo.
Tras mi guarida improvisada,
puedo escuchar los atronadores
ruídos de los truenos, y vislumbrar
por una pequeña rendija,
los amenazadores a la par que bellos
relámpagos que estallan en mil colores.
Ojalá me alcance alguno de ellos,
ese es mi sueño secreto.
Así podría fundirme
con la excelsa naturaleza
y ser uno de nuevo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.