A lo largo de mi carrera como investigador privado dentro del mundo onírico jamás me he encontrado con un caso semejante por lo paradójico de su supuesta resolución. Es cierto que por estos lares soñados ocurren los hechos más fantásticos y los acontecimientos más extraños, pero aún así este caso acaecido hacía poco me impresionó profundamente, hasta tal punto que he llegado a interrogarme acerca de mi propio oficio, a si este me llega a algún puerto o es simplemente una simulación de algo que ya ha sido dado antes de cualesquiera transcurso temporal.
Pero antes de entrar en el particular, quisiera que el lector reflexionase sobre la degradación moral. No sobre si en la naturaleza humana prepondera un elemento bondadoso o uno de índole maligno, sino sobre si esta última tendencia puede sobrepasar hasta tal grado la primera que pareciera que esta prácticamente desapareciera. A saber, lo que me carcome por dentro es si puede llegar un punto en el que nuestra tendencia hacia el bien no fuera del todo exacta a como atestiguan los antiguos, y por ende, una persona por cualesquiera circunstancias puede llegar a expulsar de sí todo atisbo de bondad para sumirse en las sombras de lo ignoto. En un caso así, ocurriría en el terreno de la moral lo que pasaría en el estado de pudrefacción de los muertos, es decir que cada rincón de nuestro ser moral terminaría paulatinamente devorado por los gusanos.
Una vez puesta esta duda ante la mesa paso a narrar los antedecentes de lo que me ocupa de cara a que uno se vaya haciendo a la idea de a lo que me refiero. Había un hombre llamado Oliver que resultaba ser un ejemplar cuanto menos curioso, o en un sentido estricto, un ser completamente degenerado y tendente a la infamia. Y aunque no está bien juzgar por las apariencias, su aspecto externo ya atestiguaba el mal que habitaba en su interior. Este tenía un aspecto desaliñado, unos cabellos revueltos en desorden, portaba siempre una ropa sucia y desgarrada, y su piel parecía barnizada por porquería procedente de diversos lugares. Es decir, tenía las pintas de todo un mendigo, mas no de esos mendigos que debido a su desgraciada vida se han quedado en una situación en la que se merecen compasión y auxilio, pues sus ojos atestiguaban una furia y una locura degenerada que sobrepasaba cualesquiera espectativas prejuiciosas debido a su aspecto. Esa mirada cargada de delirio y de saña furibunda no dejaba indiferente a nadie.
Pero mas allá de su aspecto, sus actos y hechos hablaban bastante de sí mismo, pues se sabía que este cometía asesinados a diario, y aunque nunca cometió una agresión física a una mujer, estas se sentían bastante incómodas respecto a sus burlas, insultos y obscenas gesticulaciones. Se diría que Oliver disfrutaba desconcertando a la gente, pues unas veces se quedaba encerrado en un extraño mutismo del que sólo le sacaba una suerte de agitación interna que se materializaba en un violento espasmo que en ocasiones se desarrollaba en forma de puñalada, de agresión física, o en el mejor de los casos, de atentado contra la decencia. Nadie sabía a ciencia cierta si Oliver siempre fue así, o fue un desarrollo que se fue dando poco a poco, el caso es que todos coincidían que era un claro ejemplo de degeneración.
Uno de los patrones que mas se repetían en él, es que a las veces se desnudaba repentinamente ante los atónitos ojos de sus semejantes, se desgarraba su ya de por si ajado atuendo, e iba brincando de un lado a otro como Dios le trajo al mundo. Esto, además de incomodar, provocaba sudores fríos a la gente, porque se sabía con entera seguridad de que tras este acceso de espontáneo nudismo iba a cometer algún atroz acto como el asesinar a alguien aleatoriamente en la calle, o al menos agredir a una persona con la violencia más inusitada. A este respecto, el caso mas suave que se ha reportado cuando se hallaba en aquellos accesos, fue el de agarrar una pesada roca para romper la ventana de una casa, lo cual le dió cabida a su interior donde se introdujo asestando puñetazos y empujones a todos los presentes.
Para evitar darles demasiadas vueltas al asunto, iré al grano: Oliver apareció muerto en una acera allende a su hogar, y por las marcas que mostraba el cadáver había sido claramente asesinado. Su piel mostraba bastantes señales que indicaban que había sido acuchillado, y las magulladuras de su cuerpo, que fue atropellado por un tipo de vehiculo. Sus escasos seres queridos se mostraron conmocionados, sobre todo su mujer y su hijo. Y he aquí otro punto curioso, sí este ser degenerado tenía familia. Por lo visto, eran las dos únicas personas que recibían un trato mas o menos decente de este loco, aunque teniendo en cuenta su historial nadie se lo explicaba. Ambos, mujer e hijo, vestían en semejanza al padre, una era una rubia desgreñada de prominente nariz que a las veces aparecía semidesnuda ante los perplejos ojos de los mirones, y la criatura era espejo a tamaño reducido de su padre pero con un estilo de pelo quizás mas afro.
El caso fue que me mandaron a mí investigar la muerte del loco de Oliver, e insistieron en que fuera en compañía de su hijo debido a que este tenía derecho a saber lo que había pasado para comunicarselo a su madre. Yo, obviamente obedecí sin rechistar las indicaciones de mi superior, aunque interiormente lo hacía con desgana. Tenía una suerte de confrontación interna en tanto que pensaba que si bien era mi deber como investigador el ocuparme de los casos que se me asignasen independientemente de quién fuera el sujeto, en esta ocasión pensaba para mis adentros que Oliver merecía estar muerto debido a los constantes crimenes de los que era el principal perpretador. Además, también era un caso complejo porque ¿Quién no querría matar a este loco como venganza tanto personal como colectiva para librar a la sociedad de un sujeto semejante? Cualquiera podría ser, desde un padre de familia preocupado por el bienestar de su prole como un anciano cuyo nieto había sido asesinado por las andanzas de ese desquiciado.
Pero bueno, digamos que no me quedó otra que ejercer con la mayor ética mi profesión y ponerme manos a la obra. Lo primero que hice fue investigar los alrededores más inmediatos al hallazgo del cuerpo, busqué pistas materiales en primera instancia y después hice tanto igual con las inmateriales preguntando a los vecinos de la zona. Esta primera fase de la investigación no me dió muy buenos resultados, así que fue aumentando el perimetro de la zona para ver si así llegaba a algunas conclusiones, aunque fueran aproximadas. Entre tanto, iba en compañía de aquel desdichado infante que no se separaba de mí mientras que iba dando saltos y carreras de un lado para otro. Me desconcertaba que actuase en semejanza a su padre pero en pequeña escala, obviamente no mataba -aún- a personas, pero si agredía a otros niños injustificadamente, maltrataba a los animales y otros pequeños seres, e incluso -y lo que más me sorprendía- era que se arrancaba sus sucias ropas como lo hacía su padre, quedándose desnudo de cintura para arriba en tanto que perpetraba sus escaramuzas y demás actos impulsivos.
En tanto que lidiaba con estas interrupciones, a veces me detenía en mirar al cielo desconcertado para observar una especie de nave que se desplazaba al rededor del mundo onírico por aquellos tiempos. Por lo visto, se trataba de una estructura que registraba los acontecimientos mas importantes de los parajes soñados durante esa semana ¿Por qué era así? No lo sabría decir con certeza, en verdad no estaba muy puesto en cuestiones tecnológicas, y menos en gubernamentales. Cuando me quedaba así anodadado contemplando su trayectoria, el chichuelo me zarandeaba la mano para que prosiguiera la investigación de la muerte de su padre. Poco me faltó para soltarle una buena zurra a aquel niñato pretencioso, ya bastante que estuviera con un caso que me desagradaba y que tanta pereza me daba, pero que encima un piojo me impulsara a proseguir, aquello ya era el colmo. Mas, guardo cierta postura profesional, me limitaba a mirarle con una furia contenida, y respirando hondo, proseguía con la dichosa investigación.
Cada vez tenía que aumentar más el rango de investigación debido a que las pistas eran bastante escasas por no decir prácticamente nímias. A cada persona que preguntaba si sabía algo acerca del caso, me respondía con una sonrisa contenida que mostraba su satisfacción por la muerte de aquel hombre. Hubo algunos, incluso, que no tenían ese decoro y mostraban a las claras que se alegraban de que hubiera muerto. En mi fuero interno no podía dejar de compartir su regocijo, mas por otro lado había una duda latente en mí que me impulsaba a pensar si estaba bien todo aquello de alegrarse de la muerte de un semejante por mucho que este fuera un loco degenerado, e incluso, me preguntaba también si todos nosotros en mayor o en menor medida también éramos algo degenerados por alegrarnos por algo así.
Mas no podía detenerme en estas discusiones morales que ya posteriormente a la investigación asenté, pues tenía que proseguir investigando. Tras recoger testimonios de cara a recabar datos, me interné en los bosques cercanos a la comarca, buscando pistas que dieran cuenta de los accidentes de un asesinato semejante. Normalmente los asesinos no son tan listos como estos se consideran a sí mismos, siempre dejan algún tipo de pista que los delata, alguna vez ha ocurrido que cuando se trata de un criminal poco experimentado llega a dejar tirada el arma homicida a pocos metros del cadáver. Pero lamentablemente, este no era un caso así, ya que por mucho que registrara no lograba encontrar nada determinante, a excepción de que todo el mundo podría haber sido sospechoso -inclusive yo mismo- por alegrarse de la muerte de este hombre. Y en cuanto a pistas de índole material que fueran contundentes, de eso no había nada por lado alguno.
Ya en los limites de la desesperación debido a no encontrar nada concluyente, fuí internándome todavía más en la espesura en la compañía del niño saltarín, llegué hasta tales profundidades que encontré a la nave que tantas veces había captado mi atención completamente destrozada entre unas inmensas rocas. Parecía que había tenido algún tipo de accidente, y debido al humo que esta expulsaba, había muchas personas al rededor de la misma intentando averiguar qué había pasado. Comencé a disolverlos a todos indicando con mi insignia que era un investigador privado y que debían despejar la zona para que las autoridades oficiales se ocupasen de la pertinente cuestión de la nave. Al principio, no me hicieron mucho caso, mas cuando saqué mi arma ya me tomaron más en serio, y pude internarme en la nave para procurar descubrir qué había pasado.
Aquello era un amasijo de hierros y estructuras destrozados y derretidos por el calor a consecuencia de las llamas, pero con cierta perfidia logré colarme por un intercisio y saqué de allí una suerte de caja donde se escuchaba un mensaje distorsionado por el golpe. Así, pues, me dirigí con premura a mi oficina en el centro de la ciudad, y con algunos reajustes técnicos logré descifrar el mensaje de la susodicha caja, la cual decía algo así como: "Acontecidimientos reseñables en el mundo onírico durante los últimos tiempos. En primer lugar, la exploración a alcanzado cotas más allá de las montañas del norte, encontrando en las mismas pistas sobre la posible ubicación del soldado-brujo, pese a que no se ha encontrado nada determinante. Y, en segundo lugar, aunque no menos importante, la simulación de la muerte de Oliver ha resultado satisfactoria. Su sustancia material ha sido convenientemente aniquilada, mientras que su alma descansa en el éter del mundo celeste, ajena a los ojos de los hombres. Ahora mismo, en este instante, se está pasando por escrito esta historia para que diversos humanos puedan atestiguar esta realidad en el mundo vigil. Fin de la comunicación."
Cuando escuché todo esto me quedé bastante perplejo, tuve que escucharlo unas cuatro veces para cerciorarme sobre lo que había escuchado. Así que... ¿Todo esto era una mera simulación que ya estaba preparada con anterioridad? ¿La muerte de Oliver había sido ejecutada de antemano sirviendo como una extraña prueba? ¿Y esto que estaba escribiendo ahora mismo iba a ser leído por otra persona ajena a la situación? No entendía nada, así que pasé la noche dando vueltas a estas cuestiones sin llegar a una conclusión determinada. Empecé a preguntarme sobre la realidad del mundo onírico en general, y sobre mi misma existencia aquí en particular ¿De qué servía que continuase con mi oficio si había acontecimientos que ya estaban predeterminados? ¿Éramos todo la fábula soñada de algún extraño personaje? Me dolía la cabeza de dar tantas vueltas a estos asuntos, hasta que debido al agotamiento me quedé dormido.
Al día siguiente decidí dar por "terminada" la investigación, y antes de cerrar el caso, pensé que debía informar a la viuda sobre la situación. No dije mucho, me limité a reproducir el mensaje del día anterior ante su presencia. No sé si logró entenderlo mejor que yo, o simplemente se encontraba conmocionada porque era un asunto que le afectaba de forma directa, pero tras escucharlo comenzó a llorar desesperadamente como jamás había visto a nadie derramar sus lágrimas. Parecía una mezcla entre un impacto existencial y los lloriqueos de un niño enrabietado. Su semblante estaba al rojo vivo, sus manos se crispaban al son de sus sacudidas corporales y no dejaba de moquear y de proferir lágrimas a diestro y siniestro. En el culmén de su desesperación me abrazó, a mí que me precio de ser un tipo que sabe guardar la compostura.
Reconozco que justo en ese instante en el que sentí el calor de su cuerpo posándose sobre el mío, sentí una honda compasión como hasta entonces no había sentido a lo largo de la investigación. Fue entonces cuando retornó a mí aquella consideración sobre la degeneración que había escrito en lo precedente, como también la extraña sensación de que alguien estaba leyendo estas letras justo en este momento. Así pues, dime desconocido lector: ¿Quién era el auténtico degenerado aquí?
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