domingo, 29 de septiembre de 2019

Amada muerte y dos poemas

Muchas veces, a pesar de mi juventud, no puedo evitar pensar en la muerte. Aquella supone un puente entre dos estados: el primero que nos es en parte conocido y el segundo que resulta todo lo contrario. Es la esperanza, la promesa de salvación, que lejos de negar, afirma lo que resulta de la tierra y lo eleva hacia lo divino. El anhelado paraíso no es otra cosa que un mundo aumentado, como si impusiéramos ante un fragmento de barro una lupa que nos permitiese reafirmar lo vivido. Pensemos en los sueños, realidades oníricas que nacen y se esfuman como si fuesen deidades abstractas, mas en modo alguno son así puesto que mientras estamos insertos en ellas nos parecen la realidad más completa ¿No podrían ser así nuestras vidas? No lo pregunto en vano, lo dejo en el aire cual respirar que se inflama al instante para vivir espontáneamente.

A mí modo de ver, vida y muerte son las caras de una misma moneda. Y en cuanto tales, entienden de un mismo núcleo desde dos perspectivas diferentes, que en verdad son una y la misma. Aún con ello, no podemos evitar que se nos clave el cruel aguijón de la incertidumbre junto con aquellos susurros nocturnos que provienen de nosotros mismos, los cuales nos preguntan: "¿Qué será...?" Y entonces, son respondidos por el silencio, o incluso, por alguna cigarra que está tocando su concertado son. Pero, al cabo; ¿Es esto una respuesta?

Me duele el pecho, siento los latidos repiquetear y con su acostumbrado eco puedo oírlos a través de la almohada ¿Qué me intentan decir? Pueden ser el augurio de una larga vida, o el aviso en suspenso de una nueva parada, un cambio de posición que nos resulta incierto. El gran coro de fantasías se afinan en la medida que el sonido persiste, se insiste en conceptualizar lo que nace del sentimiento. Se trata de una batalla donde en modo alguno se siente pavor a la hora de gastar metralla entre la sensación y el pensamiento ¡Oh, amigos míos! Los contrarios no se dan en apariencia alguna, están en las cosas como la muerte en la vida, y viceversa. Aunque ello tampoco quiere decir, que no me sigan asaltando las dudas, invadiendo mi fortaleza cuyos muros día tras día se siguen cayendo hacía un negro abismo que culmina en una santa luz, aquel también llamado final y principio de los tiempos.

Desconozco el cómo salir de aquel escollo, mas sé de algo que lo puede hacer salir, volar en el aire en semejanza a las luciérnagas que en el verano se acercan a la ventana buscando cobijarse en una luz que les parece aún mayor; la intermitencia de una lámpara pronta a apagarse. Y en tanto que ve cercano su final, todavía ansía mantenerse lumínica como desde el primer día que se le concedió la facultad de dar luz. Por eso, voy a recurrir a una segunda naturaleza que viene a confundirse en ocasiones con la primera, porque como dije poco más arriba, su virtud nace de una misma moneda. Así, pues, se de paso al nostálgico cantar, que cargado de una extraña visión de oráculo, revele cual es el misterio, dando salida a este encierro:


Aspiraciones poéticas frente a la muerte

Pase lo que pase no puedo evitar
desde mi fuero interno seguir amando,
y, así, las ansias tornando
en vespertinas llamas que hacen resucitar

los elevados horizontes prontos a estallar
en tanto, que, mi corazón sigue latiendo,
mis pasos continúan recorriendo
las sendas que procuran finalizar

En ocasiones me da por pensar acerca
de aquel culmen de las aspiraciones
al último despertar fronterizo,

un abrir de ojos, y su inevitable marca
desfalleciente de ilusiones
que la Parca deshizo.


Muerte amante

Vi esta noche a la muerte,
y raro es que no temí su presencia
al llegarme ella con una caricia
que impulsó mi sangre ferviente,

la abracé y escuché atentamente,
y entre sábanas, con suma delicia
me besó como el viento que arrecia
con semejante furor al amante

Jamás pensé que amaría
a aquella que a los demás
suele provocar horrores,

por sus andares enloquecía,
y cuando el sol fue mil auroras
perecí junto a ella con honores.

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