Miro y me asombro, continúo mirando y no dejo de asombrarme. Puedo ver una luz tenue, abierta toda ella mostrándose como solamente saben hacerlo los elementos mágicos. Ya sea perturbación del intelecto, o mera alucinación mía que acude sacudida sin remedio, he aquí se da un nuevo comienzo. Se trata de un empezar que busca jamás culminar, puesto que todo principio ansía recorrer incesantemente nuevos caminos hasta la eternidad. Aquello de dar finalidad es simplemente una conjetura para quedarnos en sosiego, lo que verdaderamente queremos es lanzarnos por los derroteros de eterno. Y presumiendo no quererlo en apariencia, nada mas dejarnos solos como yo me encuentro en estos mismos momentos, nos ponemos a pensar sobre infinitos y cosas imposibles accesibles a nuestro imaginar.
¿Quién no ha soñado, y después, se ha quedado con su sueño en las manos desvaneciéndose lentamente al despersarse? Hubo un tiempo en el que le daba mayor contenido a lo soñado que a lo que realmente había vivido. Incluso, esa manera de establecer diferencia entre el estado de vigilia y el onírico me parecía una blasmefia. Porque al fin y al cabo, quién me negara que muchos de los movimientos que uno hace así los realiza animado por lo que en una noche le susurro lo soñado, o quizás; un fantoche, un personaje malogrado de alguna novela que provocó en el lector un signo de compasión. Si así te has sentido alguna vez no temas, yo mismo soy una invención que siente empatía hacia el resto de las creaciones.
Y hablando de comienzos y de lo creado en los principios, ¿No te has preguntado tú mismo en alguna ocasión si tu vida misma se resuelve en una ficción? Sin duda, muchas de nuestras vivencias mas bien parecen malas fábulas o poemas épicos inversos, pero yendo mas lejano al propio concepto; ¿No piensas que lo que se muestra ante nuestros ojos no son añoranzas permanentes que fluctúan entre el paisaje, y fundiéndose, se convierten en experiencias íntimas dignas de escribirse? En lo que a mí se refiere, he de admitir que me ocurre constantemente, y no únicamente cuando anochece y comienzan las dudas, porque para quién sabe de luces vive en un amanecer constante.
¡Qué de locuras habré dicho! ¡Y cuántas otras tantas diré si las musas así lo desean! Mientras tanto, yo mismo en mi espaciosa habitación, con una amplia ventana mirando al cielo aunque cerrada, y una puerta de madera que también me ha negado la mirada, pienso en mi estar donde estoy. Y pese a que suene redundante, es una afirmación muy importante. Es cierto que ahora mismo a mi al rededor contemplo muchas cosas que pueden advertir alguna que otra referencia a mi persona, entre ellas están los libros de mi estantería de los cuales algunos he leído, unos pienso volver a leer y otros solamente he hojeado, y también está mi pared que imita a la perfección las nubes de los cielos que se expanden como un lienzo al descubierto.
Un lugar sin duda propio de un soñador como yo lo soy, muy acorde a mi caracter.
Sin embargo, ¿Para qué tantas palabras? Ellas no significan nada sin alguien que las lea usando del deslizar de sus ojos sobre las diferentes páginas. Ambas partes se implican mutuamente, y de su choque, nace su sentido. Las respuestas a todo lo que nos rodea no son simplemente metáforas comprensibles por vía de relación, sino que son algo vívido de lo cual nosotros elevamos por diversión al universal. Sí, y de nuevo las aspiraciones, las elevaciones hacía donde no podemos pero queremos llegar ¿De qué nos sirve que nos señalen un lugar cualesquiera y nos impongan que tal espacio nos está velado? No nos importan las negaciones, queremos persistir y afirmar una verdad disparatada. Y por eso, a modo de ejemplo, aún buscamos a Dios aunque muchos nos digan que nos es imposible alcanzarlo, porque aún a sabiendas de que esto es cierto, como así dijo San Agustín: si uno le busca es porque ya le ha encontrado.
Estas páginas en blanco repletas de letras negras se han ido rellenando porque hay una esperanza ¿Pero cuál será? ¿A qué poner tanto empeño insistiendo en lo que nos dicen las gentes que es un hueco vacío del que nada podremos sacar? No obstante, como aún siendo amante de las palabras, prefiero que hablen por sí mismas las obras, lo dejaré en suspenso, con un punto que se dilata por encima del abismo, y cuyo punto de partida, e incluso, su llegada, nos es tan inesperada como incierta, pero muy suculenta al imaginar. Y en tal manera, diestra y dispuesta a jamás detenerse en las sendas de la vida frente a un horizonte que no se apagará pese a que todos los corazones del mundo dejen de latir en un instante.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.