Los siguientes fragmentos o esbozos representan
pensamientos inacabados, que no han llegado a patentarse en una unidad
sistemática que entienda de una continuidad precisa. Probablemente, debido a
ello, desconcierten en gran parte al lector, e incluso, le resulten algunos de
ellos demasiado simples o vacuos para que se procuren de una reflexión
profunda. En este sentido, siento desalentar a quién siga estas piezas en forma
de letras, puesto que en verdad si se les presta la suficiente atención, logran
divertir instruyendo a la vez. En verdad se las puede contemplar como una serie
de confesiones íntimas en dialogo interior que intentan atrapar una
universalidad a partir de lo fragmentario, para así quién lo lea, pueda
sentirse tanto criatura-espectador como creador-artista. Cada uno, en cuanto
participante de lo que lee, deberá responder y completar las preguntas. Sea
así.
Desde mi
lugar campestre, este hidalgo os lanza sus bendiciones.
Vale.
- La ausencia se responde a sí misma. Se diría, que
juega con su no-estar, su no-presencia yéndose llega.
- Recordar la mañana que ya se ha ido siendo de
noche produce dolores tanto físicos efectivos como morales afectivos, su curso
así culmina en desesperación. Últimamente me siento en perpetua tristeza
buscando la alegría. Rememoro los tiempos felices que ya no están, habitando en
las sombras de las melancolías actuales.
- El soplo del viento adquiere una realidad
admirable en cuanto cerramos los ojos. Así, el mundo exterior se desvanece para
dar entrada al mundo interior, resultando este último el más importante, el que
nos confiere conciencia… El sentido, entonces, se aparta, y da entrada al
espíritu que desconociendo comenzará a conocer algún día.
- Fiel a mi mismo y mis convicciones, me alejo de
los demás. Y no puedo evitar que irremediablemente acabo temiendo, que, de los
pocos que están se puedan marchar.
- Soy desagradecido respecto a la sinceridad
recíproca. Pues cuando sonrío, en verdad es una treta mediante la cual oculto
los sollozos, que afluyen cual rio vespertino hacía las profundidades del mar
abisal. Aquella oscuridad y la incertidumbre que provoca, me aterran.
- ¿Quién soy yo? ¿Y qué me hago de mí mismo?
Solamente sé que soy uno que vive en la medida de lo posible y de mis fuerzas.
Ello, claro está, si se puede considerar que uno está viviendo cuando se nutre
del recuerdo y de fantasías tanto propias como ajenas… En tal caso, yo sería
más bien una persona que quizás ya pasó al arrastre desde hace tiempo, y que no
obstante, insiste en perpetuar su existencia ad infinitum.
- ¿Por qué insistiremos cuando ya no merece la pena
continuar? Es inevitable, siempre se busca permanecer en la vida aún en las
condiciones más pavorosas imaginables, aunque sea en la indigencia. El suicidio
es una indecencia, un insulto dirigido a quién nos dio la vida. Sin embargo,
quiénes al cabo perecen así, suelen suscitarme compasión. Y, por lo tanto,
merecen ser salvados.
- Siempre pensé en al escribir mi última carta,
esta culminase así: “¡Adiós, camaradas! Yo hice lo que pude” Pero, al final,
siempre termino aplazado la llegada de la muerte porque amo la vida a pesar de
las desdichas que conlleva ¿O quizás sea porque me horrorizan las despedidas
imprevistas?
- El horizonte, el campo al descubierto, prados
inacabables, el mar con su fluir, un cielo amaneciendo, la noche y sus
estrellas… Son incentivos que me dan esperanza, me animan a creer como el que
teniendo sed se limita a beber.
- Y otra vez, la misma imagen incrustada en mi
memoria que pugna por mantenerse ocurra lo que ocurra. Se arrastra en los
momentos sucesivos, hay veces que hasta parece desvanecerse… Después, sin que
yo la llame, acaba retornando y los latidos de mi corazón aumentando.
- “¡Por favor, déjalo ir! No hay que preocuparse en
vano, tú continúa con lo tuyo y lo restante, es en base al destino y a los
escudriños de la Providencia” ¡Oh, son
tan fáciles de pronunciar estas acostumbradas palabras de cortesía para quién
le da igual lo que le pase al prójimo, y vive creyendo que libertad es
responder a las apetencias carnales! En lo que a mi se refiere, sencillamente
digo que, si nos amarramos al dolor soportándolo y procurando ir más allá del
mismo, nos hacemos mas fuertes en base a sufrir en las luchas que nos acometen
a diario, aunque sea a las veces, gratuitamente. Hemos de permanecer fieles, no
a nuestros caprichos, sino a lo que con esfuerzo y perseverancia podemos llegar
a ser aprendiendo de la guerra.
- Solamente limitarse a soñar es una banalidad, y
querer instalarse en el mundo real una fatalidad ¿Qué hacer, pues?
- Si vislumbráis una senda desierta y solitaria,
tened por cierto de que se trata de mi camino. Me agobian las multitudes, pero
cuando estoy en soledad, en contacto espiritual conmigo mismo y mis
pensamientos, me siento aliviado y curado de toda superficialidad mundana.
Hasta que, sin quererlo ni apetecerlo en un principio, llega aquel
estremecimiento que me hace tambalear en cada uno de mis pasos. Ello significa
e implica que estoy ante un abismo sobre el cual no puedo invocar la fortaleza
suficiente para lanzarme y conocer su culmen. ¿De verás soy tan cobarde? ¿Por
qué jamás estoy conforme? ¡Ay, me encanta contrariarme! Lo cierto es que tal
estado también me deprime.
- La fe, todo es cuestión de fe. La recuperamos tan
fácil como la perdemos ¿Qué clase de juego endemoniado es este? Parece que vivo
en una inmensa tabla de ajedrez encerrado en un castillo, siguiendo un mismo
movimiento y cuyo rumbo desconozco del todo pese a que se da durante repetidas
veces. Advierto, con aquel horrible miedo que tanto aborrezco, que nadie
atiende a unas reglas ni a un orden determinado en este juego ¿Quienes serán
los vencedores? ¿Quienes los vencidos? ¿Existirán, acaso?
- Todo en el mundo desde su exterioridad me resulta
vanidad. Cada uno a lo suyo, y de lo que tal vez les sobre a esos repugnantes
mangantes, lanzan unas migajas a los demás ¡Qué delirio! Yo no quiero ser así.
- Una luz alumbra el final del foso, en resultas
del cual desde hace tiempo vengo cayendo. De vez en cuando, me aferro a alguna
rama y espero a ver qué ocurre. Y, como cuando hago aquello, veo que la luz
continua su curso, yéndose cada vez más lejos, vuelvo al acostumbrado camino de
perdición desfalleciente, y así, constantemente. “¿Merece la pena?”- me
preguntas. Las penas lo merecen, no tanto las lágrimas que suelo lanzar
mientras ellas caen en dirección a la luz ¡Ojala ellas lleguen!
- Soy lo que no he visto en su totalidad, aún a
pesar de que puedo presentirlo mediante una intuición no del todo formada. Algo
indeterminado que camina al vacío, allí donde nadie desea asomarse. Esa es la
razón de que a la menor mirada impensada que osa penetrar tan inhóspitos lares,
me provoca el sentirme incómodo.
- Una caricia, aquel tacto tal halagador que nos
suele sorprender si no estamos acostumbrados. Puede que lo único que lo supere
sea el beso, su leve roce en llamas, tímido cuando éramos inocentes… ¡Ay, ya
estoy imaginando en vez de fundar mis actos en acciones en torno al mundo real!
- Nostalgia y melancolía: mis palabras preferidas.
El nunca retornar, y sin embargo, siempre insistir en lo que ya se sabe de
antemano imposible. Se ansía ver resurgir lo que ya murió, y si bien la
racionalidad nos aconseja que carece de importancia, para la pasión es
precisamente el asunto primordial y que no podemos dejar en balde.
- En este mundo (pese a su estado aparencial) no
hay secretos, nada está encubierto para quién tenga los ojos bien abiertos. Y
si uno adquiere cierta agudeza en el espíritu (recordemos, cuerpo y alma a su
vez), es capaz de desentrañar lo que los vulgares pretenden velar sin
conseguirlo ¡Qué ignorantes! Se piensan a sí mismos sagaces siendo tan
superficiales…
- Los principales vicios que hacen enflaquecer al
sentido moral interior son: el dinero, afán de poder, acumulaciones materiales,
convulsiones lascivas… Estas cosas nos llevan a pensar necedades y a ejecutar
actos demenciales. Sólo nos puede librar de ellas un ánimo impenetrable junto
con un corazón honesto y noble. Quisiera lanzarme de aquella manera a tales
altitudes.
- Tinieblas que esconden nada más que sombras en su
mayoría… Confío en la salvación universal, necesito creer en el bien para no
desesperar. De lo contrario, sin posibilidad de iluminación; ¿Para qué
continuar? Aunque también sé que es imposible detenerse.
- Tanto el vivir como el morir me espantan ¿No hay
nadie que recoja mis sollozos en una cuchara?
- Que vengan los que se fueron y se larguen los que
vinieron. La constante contradicción, el impulso que me lleva hacía dónde
desconozco.
- Hay demasiada maldad en cada lugar, mucho dolor
provocado por los injustos, daños lanzados a diestro y siniestro… Y todos
aquellos factores se incrementan y me entristecen.
- La balanza sigue su acostumbrada función. Y,
mientras tanto, el mismo punzón amenazante se me clava en el cuello ¿Por qué…?
- Voy
andando mirando al suelo ¿La razón? He sido vencido en batalla. Otros días,
alzo la cabeza, la mantengo erguida un momento hasta que me acuerdo de mi
vencimiento, y vuelvo a estar cabizbajo ¡Qué desdicha la mía!
- Cuando acudo a la ciudad (lo que ocurre raras
veces) solamente percibo la vulgaridad y decadencia ajena y su vacuidad en
asuntos espirituales, que son precisamente los que elevan al hombre por encima
del resto de los mortales. Esto quiere decir que en su mayoría los hombres son
estúpidos, no ven lo que tienen ante los ojos y no merece la pena ni la
molestia el procurar conocerlos en su masificación.
- Una tempestad arrecia en el exterior, mientras
que en mi interior acontece una lucha que recuerda a la fuerza de la tormenta
que se está dando durante estos mismos instantes ¿Cuándo caerá el rayo y me
partirá en dos mitades? Quizás, así, logre entender.
- Dos bifurcaciones en el camino: el ancho de los
demás, y, el estrecho que es el mío. Ya llevo algunos años recorriéndolo con
tiento respecto a mis pisadas, preveo que tarde o temprano me encontraré con
alguna trampa de la que jamás lograré escapar.
- ¿Soñar o vivir la vida que suelen designar como
la real? No sé cual de ambas es preferible o desfavorable para mí. Y en tanto
que esto voy pensando hacía mis adentros, me acabo durmiendo. Ya adivinarán
vuestras mercedes mi decisión inconsciente.
- Ella nunca volverá. Una vez que se admita este
principio se podrá vivir con soltura, aunque, inevitablemente termino por engañarme
a mi mismo con mi pensar faustico, y sigo animando a la ruleta a que siga
girando como desde siempre.
- “¿Hasta cuando?”- susurra alguna voz que visita
mis dominios “Hasta cuando no haya nada que hacer”- responde otra voz
impertinente. “Hum, -digo yo- la pregunta no ha sido correctamente respondida”
- Llega un aroma que nos recuerda viejos tiempos, y
con ello, nos estremecemos sin buscarlo. La fragancia, entonces, comienza a
tomar forma y se hace imagen, nos transforma. Aquella, sin venir al caso, lanza
palabras que nos pareces aleatorias, y dudamos. Al final, después de un rato,
se desvanece. Y es cuando nos preguntamos: ¿Bajo qué propósito e inusitados
ordenes celestiales me sigues haciendo daño por capricho? ¿Alguna vez cesará
este remordimiento interno que siento?
No lo creo, este pavor me perseguirá hasta la
muerte.
- En ninguna otra ocasión nos sentimos tan solos
(en su sentido negativo, ínfimo) como cuando estamos rodeados por una gran
multitud. Y, en contraposición, nunca estamos tan bien acompañados si no lo es
en los momentos que nadie perturba nuestra soledad interior (ya desde una
perspectiva positiva, purificadora) Estos conceptos, aplicados a situaciones
concretas no son azarosos, se tornan provechosos si se los medita
convenientemente.
- La pregunta esencial de nuestra existencia
versaría algo así: “¿Cual es mi papel en el mundo?” Otros, no prestando
atención a estos sutiles detalles, no saben ni lo qué es un papel, ni mucho
menos qué es el mundo ¿Dónde me encontraría yo mismo? ¿O tú?
- Me dedico a esperar lo inesperado y a ofrecer lo
que no puede ser prestado ¿Cómo será que me siga sorprendiendo que mis
expectativas jamás se satisfagan?
- Poco importa pasear, correr, nadar, volar, andar
por allí… Lo circunstancial es que el movimiento se resuelva desde lo
intrínseco, lo restante son meros añadidos.
- Muchas veces la salida resulta ser desde donde se
comienza, y cuando se empieza se hace desde el final ¿Alguien me explica la
razón de este sentido inherente, del cual, no podemos escapar a pesar de
cualesquiera esfuerzos? ¿O si podemos hacerlo efectivamente?
- Aquellas noches en las que nos negamos a seguir
en estado de vigilia son en las que antes nos despertamos soñando.
- No quiero llegar a afirmar o a negar
premeditamente sin tener vislumbrados los principios, mas no puedo evitar la
declaración que se libera.
- ¿Hasta dónde llegaremos a este paso? Mirad hacía
dónde no se ve nada.
- La esperanza hasta ahora no se ha asomado, y así,
nos la inventamos como hacemos con nuestras verdades. En tal caso, podemos
continuar incluso con el cuerpo magullado y repleto de heridas.
- ¿Qué resulta realmente sincero e indubitable? No
lo que se nos antoja, sino lo que se nos impone como algo que no podemos
detener y nos impulsa.
- Libertad, siempre la libertad aún siendo
esclavos.
- Mantén la espada en alto, después mira al rededor
y pronuncia lo que hasta ahora ha sido injustamente silenciado. Verás como si
esperas un poco, oirás en forma de eco lo que se ha sido negando desde antaño.
Resulta, pues, que si hay un oficio por el que persistir pendiente de un hilo,
es aquel que dictamina lo que la gente no quiere escuchar. Que cierren vista,
olfato y audición si les place, mas jamás reniegues de la verdad.
- ¿Justicia o Amor?
- Es cierto, descendí todo lo posible y cuando
llegué al fondo, quise ascender. Supongo que nunca es del todo tarde para subir
allí arriba, y si tras tantos arduos esfuerzos me quedo en el camino, al menos,
tendría un hogar donde descansar. Es irónico que lo amé resulto ser mi sepultura.
- Y volveré a preguntarte: ¿Por qué?
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