Vislumbro a través de mi ventana
el paso de transeuntes desconocidos,
y no entiendo nada.
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Aún a sabiendas del retorno estival
los arboles se mecen por igual.
Valientes moradores.
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El metro pasaba veloz,
ignorando a sus pasajeros
como a nosotros el tiempo.
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Me marcho en autobus,
y pienso, con tristeza,
en la constancia rutinaria.
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La primavera es floración,
luminosidad, renacimiento,
pero también lluvias repentinas.
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Paso una página del libro,
y, sin querer, me da en la cara.
Una caricia metáforica.
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El tren abarrotado,
y aún así, silencio.
Lágrimas contenidas.
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En el cielo habitan las estrellas,
y una de ellas mágica se desplaza.
No, era un avión.
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Cuando acabo la jornada
siempre me pregunto:
¿Qué estoy haciendo?
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Visión de ella
sonriendo bajo el árbol.
Felicidad de primavera.
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Las semillas vuelan,
y quizás, algunas de ellas,
sueñan con regresar.
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Esos coches que se deslizan
con inmensa prisa por la carretera
¿A dónde irán a parar?
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En el silencio de la noche
experimento profunda tristeza,
y sobre todo, extrañeza.
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Todo cuanto me rodea
son libros y polvo,
pensamiento y muerte.
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Hoy hace un viento agradable.
En mi cueva entran ráfagas,
y hasta se escucha un manantial...
-
Humo de puro
mientras se abren piñones.
Recuerdo a mi abuelo.
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Triste es la noche
y mi corazón está herido
¡Al mundo llorando maldigo!
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Con este calor sofocante
sueño con la brisa
y con unas lágrimas de acero
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Con mirada frénetica,
escruta cosas anodinas
¡Qué tipo más desagradable!
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El pavimento ardiente,
y los olores malolientes.
Así es la ciudad desfalleciente.
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Tuve un sueño tan hermoso,
que por un momento,
creí en la verdadera bondad.
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Cuando cierro los ojos
la naturaleza medita conmigo.
Todo crece y se marchita.
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En paz y en sosiego,
un aura luminosa palpita
gracias a ese espacio sombrío.
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El humo del ducado
cual un incensario.
Efímera pureza.
-
Sentados estabamos,
el uno junto al otro.
Una sonrisa y el rocío.
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Voy de paseo,
y veo todo despejado
excepto por una estela en el cielo.
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Ruge la tormenta,
las plantas se zarandean
y a lo lejos resuena un eco.
-
Las rosas del jardín
ya han florecido.
Se trata de un dios escondido.
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No sólo con los ojos
se mira el mundo que nos rodea,
también con el alma se contempla.
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Las hierbas no cesan de crecer,
mientras que nosotros disminuimos.
Palabras del viento.
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Con cada paso dado
siempre me acompaña la melancolía
y un eco del pasado.
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Tras los instantes,
vamos declinando poco a poco
como la charca en la explanada.
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Cada año mas cercano
al último abismo.
La muerte próxima.
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Charlas intranscendentes
y falsas sonrisas efímeras.
Así es el parloteo del mundo.
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Los ignorantes hombres
que se creen eternos
no saben del rocío.
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Gritos, insultos
y afinada desconfianza
¡Cuanta mundanal decadencia!
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Todo se pasa
y nada se detiene.
Tránsito hacia la muerte.
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Profundidad en la lectura,
mundo que se abre,
ante mis ojos; el abismo.
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Brasas recorren mi interior.
Algunas afloran al exterior,
otras esperan en quietud.
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Recuerdo los días pasados
y desespero por los venideros.
Un sucederse sin fin.
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Ella no cesa de reírse
rodeada por mil luces.
Chispas de alegría.
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Las pequeñas flores
de las adelfas han crecido.
Hermosa ilusión para la vista.
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El tiempo parece inmutable,
mas avanza sin esperar.
Apariencia y realidad colisionan.
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Otro día que pasa.
Mientras, medito sobre la nada,
y por un instante, creo atraparla.
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Al igual que podamos las plantas,
los fracasos van podando
poco a poco nuestra vanidad.
-
Una picadura de mosquito.
Rasca que te rasca,
y al final, para nada.
-
Miro al horizonte
sin buscar respuestas
y sin hacer preguntas.
-
Una sútil melodía resuena
en mi desdichado corazón.
Las lágrimas no tardarán.
-
Tu canto, embelesa,
emociona y hace soñar.
Oh, la inmensidad...
-
Unas notas tristes
en la oscura noche
que hacen cerrar los ojos.
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Las librerías son cementerios,
y los libros cual tumbas.
Descanso entre palabras.
-
Las disputas de este mundo
son semejantes al polvo.
A nadie le importan.
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La melancolía vive en mí.
Si no fuera por ella,
mi casa estaría deshabitada.
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En la oscuridad me cobijo,
y espero, con incertidumbre,
al silencio tras el camino.
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Caer en el abismo
resulta inevitable.
Disfrutaré del paisaje.
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Sobre el cielo
dos deidades pugnan
por el principio y el fin.
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Un atardecer sombrío,
un descanso necesario.
Todo nace y muere.
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