domingo, 11 de mayo de 2025

Umbrales: La historia del soldado-brujo y el origen de los zunhui

 Algunos ignorantes han difundido en su irredenta estupidez que uno no puede morir en sueños y salir ileso de ello, y que en el caso de que uno se muera eso significará que morirá también en el plano vigil. Pero eso no es así, yo digo que uno no solamente es capaz de morir en un sueño y despertarse -quizás sobresaltado y plagado de un sudor frío si es un sueño muy vívido- sino que además se puede morir en un sueño de un sueño, y así incesantemente dependiendo de la potencia de la propia psique. Eso se debe a que la realidad en sí misma se encuentra superpuesta por una serie de dimensiones o planos de la realidad que a las veces entran en relación, provocando que uno pueda traspasar de un umbral a otro, en ciertas ocasiones por mero azar, y otras provocándolo. Esto también ocurre cuando morimos en nuestra vida vigil, ya que según algunos eruditos en este tema, al morir no accedemos per sé a una realidad superior o trascendente, mas bien traspasamos un umbral que nos lleva a otra vida distinta de la anterior ¿Será esa otra vida el mundo onírico en el que nos vemos lanzados cuando dormimos? Es posible.

Sé de la certeza de estas palabras porque pude contemplar sin ser observado cómo un grupo de gente que no se conocía muy bien entre sí perecieron soñando, y se encontraron instados en otro plano que estaba desertico y deshabitado, a excepción de por ellos mismos. Al principio, todo fue perplejidad y confusión hasta que fueron informados por una clarividente que se encontraba entre ellos de la situación en la que se encontraban. Por lo visto, habían traspasado el umbral de la primera realidad soñada, y ahora se hallaban en las brumas de una ciudad solitaria que se encontraba en una de las dimensiones alternativas en las que uno puede caer una vez que ha muerto, ya sea en el sueño o en la supuesta realidad efectiva.

El lugar era cuanto menos extraño, se trataba de una ciudad de los años noventa que se encontraba cercada por un inhóspito bosque cargado de niebla. Si iban más allá del mismo, esta niebla se hacía más densa y retornaban al punto de partida en el que todos se encontraron nada más llegar a susodicho lugar, el cual era una plaza despejada y que tenía una insignia en el centro. Se trataba de una estrella de nueve puntas en la que un ser antropomorfoide con elementos animales de la cabra se situaba en su núcleo. Los ojos de ese ser eran tan detallados, que parecía que les mirase directamente con una mueca que connotaba cierta amenaza. Para evitar esta sensación violenta, podían alejarse de allí pero eso no quitaba de que esta imagen les atenazara mentalmente.

Además, el lugar en sí mismo era sumamente amenazador puesto que no había nadie a excepción de ellos mismos que componían un grupo de ocho en esa ocasión. Intentaron explorar la zona por si encontraban otros habitantes, mas aunque había pequeños negocios y un inmenso centro comercial, no había nada más que productos que en apariencia estaban caducados. También había viviendas, pero estás eran inaccesibles a no ser que se rompieran las ventanas y se internasen a través de las mismas. Aunque una vez en su interior, una opresión les atenazaba en su cabeza, a la par que percibían ciertas vibraciones con los oídos, e incluso creían que veían algunas tenues sombras que se deslizaban aquí y allá como espejismos de los espíritus de otro tiempo. Obviamente, con una experiencia así y las sensaciones que provocaba, no tardaban en salir de ahí por patas para que el asunto no se les complicase.

Otra de las cosas que les turbaba era pensar: ¿Por qué estamos solos aquí? Si ha habido otros que se han encontrado una situación semejante a la nuestra, ¿Cómo que no están andando por aquí? Estas incognitas asomaban de vez en cuando en sus interrogaciones internas, e incluso las expusieron algunas veces en sus reuniones de grupo tras las mencionadas exploraciones. Las formularon de un modo u otro, intentaron buscar algún tipo de respuesta a las mismas usando incluso de lo descabellado y de lo irracional, mas todo cayó en saco roto. Pero no tardarían en descubrir la razón de que así fuera.

En una noche, cuando las nubes cubrían el esplendor de la luna y todo lo que ya era de por sí inhóspito y solitario lo fue todavía más debido al aumento de las sombras, contemplaron el descenso a partir de unas elevaciones del terreno de lo que parecía una araña inmensa. Esta se desplazaba con cautela al principio, pero no tardo mucho tiempo en dar velocidad y ritmo a sus movimientos. Se trataba de un insecto increíblemente peludo, de un tono marrón oscuro y con unas patas fornidas. Lo que vendría a ser su semblante arácnido estaba plagado de ojos rojizos, y sus repulsivas fauces dejaban caer un liquido amarilliento que no presagiaba nada bueno. Obviamente, todos ellos salieron espantados y se escondieron donde pudieron, y algunos de ellos pudieron contemplar con insensato pavor cómo esta araña depredaba a los incautos. Cuando así lo hacía, desgarraba sus carnes aún palpitantes en tanto que estos gritaban con frenesí, y una vez que la vida escapaba de sus labios en forma de aliento, este adquiría un tono azulado que se rompía en mil pedazos.

Al día siguiente, preguntaron a la clarivirente qué demonios era aquello. Y esta les respondió lo mejor que pudo, indicándoles que aquel ser se trataba de una de las diversas formas que adoptaba el soldado-brujo para adquirir la energía vital de sus victimas. Así conocieron de la razón de por qué ellos eran los únicos que se encontraban ahí, pues aquel lugar era uno de los diversos patios de recreo del soldado-brujo donde se entretenía adquiriendo el aliento vital de quienes depredaba ¿Y qué pasaba con estas victimas? No se sabía a ciencia cierta, había quién decía que desaparecían para siempre, mientras que otros opinaban que transgredían otra dimensión personal del soldado-brujo para desconocidos fines. Mas en esto tampoco tardaron mucho en saber qué ocurría, pues fueron todos devorados en esa misma noche. Aunque, claro está, no quedan testimonios respecto a qué aconteció una vez que su energía vital fue asumida en el pegasoso estomago de tan horrenda entidad metamorfoseada.

Quizás el lector se pregunte: ¿Quién era ese soldado-brujo, y cómo había surgido llegando a dominar las instancias que gobiernan el mundo onírico? No se sabe con certeza, pero se cuenta que fue una persona muy solitaria y abandonada por todos en la vida vigil, que decidió indagar en la oscuridad que habitaba en su interior, y que debido a esto mismo logró dominar el poderío del yo en los sueños a la par que la magia negra que lograba manipular los elementos que se encuentran entretejidos en las esferas oníricas. En sus comienzos fue un desconocido, un errabundo solitario que vagaba según su propio azar por las sendas que él mismo recreaba en la medida que soñaba, pero con el tiempo fue adquiriendo muchísimo mas poder del que debía tener una persona particular, y terminó doblegando y conduciendo a quienes deseaba hacía el camino de la perdición.

Llegó hasta un punto en el que podíamos decir que fue una especie de rey a su particular modo, y que incluso ciertas criaturas y entidades decidieron rendirle pleitesía y servirle de acuerdo a ciertos pactos. Tal fue su dominio de los elementos y de la metafísica que sostenía el mundo onírico, que llegó a influir en determinados soñadores junto a los seres más oscuros que habitaban tales parajes. Es conocido sobre todo por su alianza con los temibles zunhui, aquellos seres grotescos y deformes que según se dice fueron creados a partir del barro y que cuentan con una fuerza descomunal. Y si ha eso le añadimos que portan armaduras pesadas junto a afiladísimas espadas y hachas, el asunto se complica todavía más. No recomendaría a nadie una lucha cuerpo a cuerpo con estos seres, a no ser que este individuo en particular dominase algún tipo de magia, de lo contrario uno podría darse por derrotado antes de entablar combate. Debido a esto, pocos son los osados que se atreven a enfrentarse a estos seres a excepción de los suicidas.

No obstante, considero que el narrar el origen de estos seres puede servir para explicar en cierto modo el surgimiento del soldado-brujo. Por lo visto, los zunhui antes de transformarse por lo que son a día de hoy conocidos, eran una raza similar a la humana pero cuya denominación se encuentra actualmente perdida. Estos vivían en una aldea muy remota en la que se ocupaban principalmente de tareas agrícolas y ganaderas para sustentarse, comían sobre todo muchas legumbres, semillas, queso y leche en abundancia, y muy poca carne. En general podriamos decir que vivían en austeridad y que comprendían la vida de una manera sencilla. No nos han legado un trasunto cultural específico, pero presume que desarrollaron sobre todo la poesía y la música, artes que exponían sobre todo en determinadas fechas a la luz de la hoguera.

Según se cuenta, el soldado-brujo descendió a susodicha zona en los primeros tiempos en los que estaba intentando adquirir mayor dominio de la magia negra. Por lo visto, consideró que aquella zona era idónea para hacerlo, ya que gozaría de la tranquilidad necesaria para leer luengos manuales, tratados cuanto menos extraños y toda la literatura referida a saberes tan ocultos como desconocidos. En sus comienzos allí, todo transcurrió con bonanza, e incluso se ganó la confianza de quienes habitaban la zona puesto que en las noches donde la luna menguaba y se ocultaba entre las finas nubes cuales agujas encantadas, les contaba terroríficas historias y leyendas góticas que versaban en torno a todo tipo de asuntos blasfemos y prohibidos, que se encontraban en cierta relación con la motivación de sus estudios. A aquella gente le entretenían esas morbosas historias, a los niños asustaba y a los adultos les daba curiosidad, lo que provocó que el soldado-brujo se convirtiera en una especie de cuenta cuentos oscuro al que todos recurrían cuando querían conocer todo aquello que anteriormente se encontraba velado a sus sentidos.

El tiempo transcurrió apacible, y aquellos ciudadanos aceptaron la presencia del soldado-brujo como si fuera uno de ellos. Se rumoreaba que hasta tuvo ciertos amoríos esporádicos con algunas de sus mujeres, especialmente con una de ellas de la que tuvo dos hijos según se cuenta. Se desconoce cómo aquella gente se desarrollaba en el sentido relacional, pero el caso es que se apunta a que era muy distinto a cómo lo entendemos desde la perspectiva del mundo vigil. Mas, como decía, todo era alegría y felicidad en aquella vida rural idílica en la que sus gentes trabajaban durante el día para el ganarse el sustento, y que con la llegada de la noche plagaban el ambiente de extrañas leyendas, composiciones inhóspitas y versos desquiciados para deleitar sus sentidos. Además, la existencia transcurría tan natural y calmada que el soldado-brujo adquirió sendos conocimientos a la par que brindaba de ciertas píldoras de los mismos a sus curiosos habitantes.

Todo fue así hasta que ocurrió algo monstruoso. Por lo visto, una extraña enfermedad comenzó a asolar la región de manera escalonada a la par que inesperada, lo que produjo una repugnante mutación a las gentes que antes habían vivido tan bien y tranquilas. A todos afectó menos al soldado-brujo que por entonces había desarrollado un escudo protector a este tipo de afecciones, mas al resto de sus habitantes afectó del peor modo que podría pensarse. De repente, toda aquella gente que antes era tan alegre y saludable, comenzarón a adquirir una tonalidad de piel entre grisacea y marrón, a vomitar excecrencias que se espandían a partir de cada uno de sus orificios, y a agitarse presa de una cantidad inmensa que convulsiones que iban deformando poco a poco su cuerpo dándoles las más atroces formas. Fue un espéctaculo repugnante el contemplar como todos ellos se encontraban cercados por un enemigo invisible que les hacía pudrirse lentamente en vida, dando como resultado unas masas retorcidas cargadas de supuraciones cadávericas.

Según se apunta, aquella enfermedad se expadió a partir de un hechizo creado por un mago verde de la frontera oriental a la demanda de un monarca que quería dominar aquella zona para construir una inmensa fábrica que le plagaría de poderío y de riqueza. Obviamente, las gentes del valle ignoraban esto, tan insertos estaban en su utópia que eran ignorantes de lo que podría tramarse en las afueras de un reino que les era ajeno. Y así ocurrió que les pilló desprevenidos, incluso al soldado-brujo que por entonces estaba tan centrado en sus investigaciones y estudios para dominar los elementos de la magia negra.

Este, desvastado, sostuvo su hijo en la cuna que se retorcía presa de la enfermedad, y que con los ojos hundidos sobre sus cuencas que ya parecían vacías, excecraba un fluído sanguiolento mezclado con pobredumbre que ya se expandía sin remedio por los bordes y que ceñía a su figura en una especie de masa comida por los gusanos sin remedio. Trementamente enfadado por esta situación, acudió a todo correr a la cabaña que habitaba, y allí abrió un libro cuyo nombre se desconoce y que se encontraba sellado bajo conjuro. El soldado-brujo lo recitó, y desplazando sus páginas apresuradamente, logró encontrar aquello que buscaba. Fue entonces cuando se subió al tejado, y recitando las palabras que el volumen contenía en tanto que desplazaba sus brazos con determinados movimientos, invocó una suerte de espesa neblina violácea que terminó sumiendo con su color toda la aldea.

Así, aquellas gentes que estaban descomponíendose, viendo cómo sus carnes se despedazaban ante sus ojos y sus orificios supuraban líquidos de muerte, de repente se pusieron firmes y altaneras, y si bien conservaban sus extraños tonos de piel, adquirieron cierta agilidad en sus miembros. Perplejos a la par que descolocados, miraron a su al rededor buscando a su libertador y contemplaron al soldado-brujo descendiendo de su cabaña. Fue así recibido con aplausos y ovaciones frenéticas, junto a un conjunto de gritos desarticularos que provenían de labios huntados de barro y de babas amarillentas. El jefe de la aldea le saludó con arrobamiento, y desde entonces decidieron sellar un pacto en el que siempre que necesitase de su ayuda estos acudirían prestos a su llamada, entrando en combate si era necesario independientemente de cuales fueran las circunstancias.

Este fue el origen de los temidos zunhui, los cuales han ido reproduciendose incesantemente a lo largo de los años a partir de esos primeros habitantes originarios, haciéndose así un ejército tan inmenso y poderoso que ni la vista más aguda podría captar con su visión la gran masa de zunhui agitados y desesperados por entrar en combate. Se preguntará quizá el lector qué ocurrió con el susodicho monarca y el mago verde que desató la pérfida enfermedad, pues no sería una sorpresa añadir que estos cobraron su consecuente venganza, arrasando toda la zona y esclavizando a los supervivientes según indicase el soldado-brujo. Desde entonces el paso de los zunhui siempre ha sido temido por lo arrollador de sus acometidas, siempre capitaneados por el soldado-brujo que instante tras instante se va haciendo más poderoso en este extraño mundo onírico que todos habitamos de un modo u de otro cuando cerramos nuestros párpados con la llegada de la noche.

Y como ya parece que el sol pierde fuerza con la llegada del atardecer, considero propicio cerrar esta desvencijada cuartilla plagada de asuntos cuanto menos extraños antes de que los espíritus de la noche ganen fuerza y tomen los dominios de los supuestos despiertos en esta pesadilla infernal que es la vida. Cerraré mis ojos y cruzaré mis brazos cual si estuviera en una tumba deseando pasar desapercibido tanto por los morales como por las entidades abominables que habitan los espacios siderales, a la par que quiénes estando muertos sueñan el sueño eterno que fue sus vidas, ya desgastadas por las plagas demoníacas que nos acechan, gobernando así el mundo en las sombras. 

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