domingo, 3 de septiembre de 2023

Divagaciones poéticas

 - Suicidios de luna,

cantares melancólicos

hacía vastos prados,

y aquellos suspiros ahogados

de un hada malherida.


Brilla mi condena a través de mis pasos,

se escucha mi tristeza por los ecos,

me acompañan aquellas urracas

que volando de un lado para otro

expresan desasosiego.


Ráfagas de plata,

mudas de cigarra olvidadas

que se remontan a unos antepasados

de los que nadie recuerda el nombre.

Se cree que sufrieron mucho en vida.


Pon la mano en mi pecho,

siente los ralentizados latidos 

de mi desvastado corazón.

Son como pequeñas cuchillas,

me duele cada segundo que pasa.


Sueños fragmentados,

zorros escarlata en huída,

aquel anochecer que se sucede

transmutándose en un cúmulo de sangre,

en pesadillas rojizas de otros tiempos.


Por esa profunda caverna

parece no haber salida, 

mas aún así llegué al final.

Aquí dentro hace mucho frío

y me siento muy solo.


- Flores marchitas te indicarán

el camino gracias a sus pétalos

cobrizos y desgastados.


Los susurros de los vientos

dicen que tras aquella gruta

se encuentra un monte escarpado.


En el interior del monte, existe

la única flor que ha sobrevivido

al crudo invierno,


y que tiene un nombre desconocido,

aunque un aspecto que se asemeja

al del lirio rojizo.


Cuando la viste sentiste fascinación,

una mezcla de mudo terror

y de enamoramiento tembló


en ese profundo hueco del que cuelgan

algunas cuerdas que al ser pulsadas

emiten una melodía inusitada.


Pasiones carnales palpitan 

en las húmedas ramas,

estas se entrelazan aprisionando

a un espiritu cautivo de sí mismo.


Es imposible escapar de ese instante

que tan placentero es condena

y salvación momentánea,

un efluvio de lo que pudo ser.


Respira antes de que se acabe el aire,

sonríe antes de la decepción,

sueltalo porque se va a escapar,

dejalo atrás porque se irá.


Todo se transforma inevitablemente

como aquellos recuerdos esfumados.

No lo lamentes en vano porque el vaso

ya se ha acabado nada mas posar los labios.


- Veo el anochecer, que, inevitable,

asciende cual el humo de mi ducado

hacía mundos espectrales,

tanto de ensueño como de pesadilla.


Poblan aquellos lares cien mil espíritus

que ya dejaron pudrir sus cuerpos

desde antaño, y que ahora,

pretenden renacer en un paraíso ficticio.


Dignos de ficción son algunos sueños,

unos nos provocan risas, y otros,

nos llevan a un llanto descontrolado,

al igual que nuestras supuestas vidas.


De vez en cuando sucede algo imprevisto,

que en cierto modo nos libera

del paso aparentemente lineal del tiempo.

Por un momento, todo se detiene.


Se queda congelado el instante,

las hojas ya no se mueven,

los ladridos se silencian

y el inquieto se queda dormido.


Pero esa breve iluminación dura poco,

es como un relámpago repentino.

Al final las nubes se dispersan

y aparece la solitaria luna.


Y entonces, el cigarro se me apaga,

las lágrimas inundan mi rostro,

todo mi cuerpo se agita nervioso

y comprendo el sufrimiento de todas las cosas.


- Sobre el mantel se derramó la copa.

El vino violaceo, como de bermellón,

se arrastra a través de la seda,

inundándola de su fulgor asesino.

Parece como si un hermoso cádaver,

hubiera caído ahí mismo,

y que de sus carnosos labios

saliera una sangre muy densa.

Ya nada puede hacerle.

La copa se cayó, y no queda ninguna jarra

con la que pueda rellenarse,

de dotar a aquel vaso de nueva vida

que se disfrutase a lento fuego.

Aún así, yo aquí mismo, prometo

y juro solemnemente,

que si por un azar del destino

se me diera otra copa cargada

de suculento vino, néctar divino,

no sólo me lo bebería hasta llegar

a su abismo, sino que además,

me deleitaría con cada trago

cual si se tratase de una ambrosía

prohibida que un dios robó para mí.


- El rocío como perlas

cada mañana se desliza

por encima de todos los seres,

tanto por las reverdecidas plantas

como por aquellos que se desplazan.

Así, un ciclo vital comienza

llenando todo de cierto encanto,

de colores y de cálidas sensaciones...


Luego, ese rocío se petrifica

cual gélidas lágrimas,

sucediendose la noche

y la tristeza de la luna esculpida

por su compañía de estrellas,

y aún así, se siente tan sola...

Sólo emite muecas inexpresivas

que pretenden ser una sonrísa

ante el coro de sonidos nocturnos.


Lástima provoca el pensar que todo esto

acabará, que algún día dejará

de amanecer, que todo será oscuridad,

una noche perpetua donde ni la luna

se asomará en un silencio eterno.


- ¿Será verdad...?

¿Es cierto que el aroma de los campos

proviene de un monstruo oculto

que nos vela su presencia

distrayéndonos con aquellas fragancias

provenientes de otros tiempos?

¿Es auténtico el brillo de los cielos

cuando un resplandor fugaz

ilumina nuestra vista haciéndonos soñar

con su apariencia que nos impulsa a

buscar una secreta belleza?


No sé, desconozco si será verdad.

Lo único que con certeza aseguro

es el contemplar que unos seres

viven un tiempo, mas que al poco

perecen para dejar paso a otros seres

que igualmente terminarán muriendo.

Parece ser que está inscrito en nosotros

desde antaño, desde el comienzo 

de los tiempos, que todo es caduco,

que todo lo que existe dejará de existir.


Mas algunas noches, sentado en el lecho

empiezo a divagar tras pasajeras

ilusiones que se transmutan en curiosos

personajes que festejan, bailando

acompasadamente ante mis ojos.

Estos cantan letras que me son desconocidas acompañadas de melodías

que sospecho que son de otro mundo.

Y, pese a no entender muy bien,

me hacen creer por un instante

que todo lo que veo es una mentira

inventada por un tipo muy feo.

¿Será verdad...?


- Aunque la brisa me acaricia,

danzando a mi al rededor 

como una loca y sensual bailarina,

temo que amaine mi fuego interno,

o que este se avive tanto

que mis mariposas perezcan al momento.


Me deslizo sobre fuertes brasas,

esquivo las hierbas circundantes

para que estas no sean dañadas,

y de vez en cuando, tropiezo con piedras

que provocan el estallido de gran cantidad de chispas.


Si se contemplase en dirección sureste

probablemente se viesen mis llamas

ardiendo hasta el cielo noctuno,

a pesar de estar rodeado

por altas montañas o por anchos campos

se me vería sin dificultad.


Callan los que se cruzan a mi lado.

Noto cómo se estremecen por su miedo

a ser calcinados en cualquier momento.

Pero no caen en la cuenta,

de que puedo escuchar el aire que sale

de sus orificios, hasta sus suspiros...


Los ignorantes no advierten

que yo les temo más a ellos.

Con el mas leve roce 

de mis sutiles dedos invocaría un volcán

en sus pechos, del que nacería una lava

que se expandería a sus miembros.


Por eso yo me alejo.

No quiero saber más del mundo

y sus vanos afanes. 

No me interesan sus efímeras glorias

ni sus cómicos fracasos.

No tienen nada interesante que ofrecerme


Quiero irme muy lejos.

Viajar a través de horizontes

aún no descubiertos,

aquellos que se esconden en la falda

de los montes cual fémino secreto

sólo accesible para los afortunados.


Mas llegará el momento que mi llama

se apague, que se agote 

en forma de una exhalación en el aire.

Cuando eso pase me limitaré

a cerrar los ojos muy poco a poco...

Por fin podré gozar de la brisa vespertina.


- Li Bai, amigo mío:

tú que con la copa en mano

cantaste a la luna mientras bailabas

con tu sombra,

tú que con el rostro arrasado en lágrimas

te despedías de tus compatriotas

con la esperanza de volver 

a beber juntos,

tú que rendiste los mayores tributos

tanto a las alegrías 

como a las desgracias de la vida

tomando suculento vino,

tú que supiste captar desde la melancolía

de una brizna de hierba

que se alejaba como de una dama

abandonada por su amado,

tú que en sueños trepaste 

las más altas montañas

y vislumbraste a diosas e inmortales.


Dime, hermano mío 

de devenires poéticos:

Después de toda esa aventura

que fue tu vida viajando 

de un lado para otro en busca

de gente que apreciara tus poemas,

¿Qué descubriste al final del sendero?

Tras tantos exilios voluntarios e impuestos y todos los curiosos

personajes ajenos al mundo letrado

e imperial que conociste,

¿Qué aprendiste de sus lecciones?

Tú que conociste de la inmortalidad

hasta el punto de a día de hoy ser 

cantado y recordado tanto en tu pueblo

como en los lejanos

¿Qué viste en aquellos parámos

que unos llaman Cielo, y otros Nada?


- Ando, solitario, en medio del campo

mientras escucho entristecidos

maullidos de gato.

Su canción es de una melancolía inmensa


En la lejanía percibo parpadeantes luces

que indican que mas allá de mí

hay otras vidas, cargadas todas ellas

de las esencias lumínicas y sombrías.


De la espesura descubro una anodina

mariposa que me recuerda

la fragilidad de nuestras vidas,

incluso volando parece que se tambalea.


Detrás de ella, hay gran cantidad de flores

que se esconden ante mis ojos.

Permanecen agazapadas, ocultas

tras una madera carcomida: su casa


Para proteger su intimidad, alzo la mirada

hacía el cielo desfalleciente.

Aquel que se escurre con sus interminables ciclos en sucesión.


Todo parece tan vano, y tan importante a la vez, cada detalle del paisaje

es un cuadro que cuando desaparezca

seguirá en pie eternamente.


Siento en mi corazón una esperanza

enterrarse, y un sueño que asciende.

Qué triste y qué alegría sería

ser recordado para luego olvidarse.


- Cierro los ojos y clamo al cielo nocturno

por unos plácidos sueños

que me alivien los sufrimientos

que poblan los rincones de esta vida.

Quisiera soñar con extraños paisajes

aún no avistados por ojos humanos,

con pequeños e infimos seres

que se conduzcan con la inocencia

de los niños recién nacidos.

Desearía poder habitar lejanos palacios

situados en las entrañas

de un solitario bosque donde cantar

y bailar a mis anchas sin ser juzgado.

Se celebrarían grandes fiestas

donde el lujo pasaría a segundo plano

porque lo importante sería

el mero disfrute delicado,

y si por un casual alguna pena del pasado

nos acongojara, escanciaríamos

suculenta bebida que nos traería

la alegría pérdida en la vigilia.

En tales parajes se podría ser feliz,

ya que se tendría el estar colmado

con el estar vacío, la abundancia

con la escasez y la pomposidad

con la simplicidad de ser.

Ojalá habitar por allí más tiempo,

pero todos tenemos que regresar

al hogar por mucho que nos duela.

Unos lo denominan nacer,

y otros, despertar.


- Desvelado, me levanto de la cama

y alzo mi mirada hacía la oscuridad

insondable de mi cerrada habitación.

Creo que oigo algo, un grito extraño.


Prestando atención, me percato

de que se tratan de tristes gemidos.

Una especie de llanto que se propaga

a través de unos cuantos kilometros.


Parece una mujer llorando,

que sin poder evitarlo, ha estallado

en millares de lágrimas repartidas

por todos estos desolados lares.


Siento que sus tristezas se huelcan

en una sútil melodía desfilando

a mis oídos en notas discordantes,

que poco a poco se vuelven armoniosas


Los sonidos proferidos por su boca

terminan por atenazarme el pecho,

me dejan en suspenso, como colgando

de una cuerda impuesta por la vida.


Se quedan atrapados en mi corazón

cual cuchillas lanzadas al azar

en busca de que su sufrimiento

sea rememorado por largos años


Lamento no ser un poeta reconocido.

He intentado que tus lastimeros

chillidos queden escritos en unos versos.

Aunque raro sería que alguien los leyera.


Aún con ello, no he podido evitar

poetizar tu sufrir para que se quede aquí.

Hay un algo en tus tristezas

que tiene un eco de otro mundo mas allá.


- Sopla una fresca brisa,

y ya se escucha a las hojas murmurar

gracias a un viento travieso.


La húmedad del ambiente lo cubre todo:

desde el paisaje exterior fragante

como mi cuarto titubeante.


Mensajes lejanos se expresan

en la escased de luz

y en el aumento de sonidos.


Yo, despierto a deshoras, me dejo

arrebatar por una pulsión interna

que me predispone a una alegre

melancolía que añora otros tiempos.


Continúa siendo el estío,

mas el otoño ya se asoma por la ventana.

Con añoranza me despido,

y con un sabor agridulce doy la bienvenida.


- Paso mis días entre el humo

de mis ducados, y las páginas

de mis apreciados libros

que llevan a mis ojos

a sobrepasar fronteras imaginarias.

En su conjunto, ambos elementos

aunados por mis dedos

dan alas a mis espaldas,

echandome a volar muy lejos.

Rodeado de exquisita fragancia

de tabaco negro, y arropado

por las solapas de los libros,

logro construir un hermoso refugio

que me aparta de las constantes

míserias del mundo.

Tras mi guarida improvisada,

puedo escuchar los atronadores

ruídos de los truenos, y vislumbrar

por una pequeña rendija,

los amenazadores a la par que bellos

relámpagos que estallan en mil colores.

Ojalá me alcance alguno de ellos,

ese es mi sueño secreto.

Así podría fundirme 

con la excelsa naturaleza

y ser uno de nuevo.