Tuve un extraño sueño.
Me encontraba en un centro comercial que jamás creo haber visto. Este estaba cerrado al público debido a que se iba a grabar una película. Al parecer, yo era uno de los actores. Mientras me afanaba para rodar una escena en la que estaba en mitad de una sala con un traje negro rídiculo gritaron: "¡Corten!" Yo, me detuve al instante, y en tanto que recogía mis cosas, me hablaron dos tipos que por lo visto eran conocidos míos. No recuerdo con exactitud de qué hablamos, seguramente de cosas triviales relacionadas con el rodaje. Pero, de repente, mientras ibamos recorriendo la sala principal del centro comercial en vistas a irnos, una gran pantalla se encendió y mostró una mujer despeinada y desquiciada haciendo aspavientos bastantes raros que exclamaba: "Os váis a quedar todos encerrados aquí hasta que no encuentre una respuesta a lo que me acaba de pasar. Tú me traicionaste, y me lo pagarás. Esto no quedará en vano, ya lo verás." Los tres nos quedamos atónitos, sin saber qué decir. Por suerte, no conocía nada a esa mujer. Por lo cual, suspiré al saber que ese asunto no tenía nada que ver conmigo pese a que obviamente yo era uno de los injustamente perjudicados.
Aparecieron muchas personas corriendo de aquí para allá con sus vestimentas del rodaje a medio quitar. Aquello era todo un descontrol, la gente gritaba frénetica y asustada mientras sus piernas se desplazaban espontáneamente allí donde hubiera un espacio vacío, y el resto de su cuerpo obedecía a una especie de mecanismo aleatorio que les hacía mover por ejemplo sus brazos sin sentido alguno. Yo no sabía a ciencia cierta qué debía hacer, mas como observé un largo pasillo metalizado que se encontraba frente a la sala principal decidí encaminarme por ahí avisando a mis supuestos amigos de que ese era el camino a seguir. Era como si lo supiese intuitivamente, como si conociese desde la intuición que por ahí es donde se debía ir. Aunque, claro está, racionalmente no tenía ni idea para ser sincero.
Entonces, fuímos a paso lígero por el susodicho pasillo metalizado, y cuando descendimos -pues estaba levemente inclinado hacía abajo- nos encontramos en una sala abarrotada de gente, en la que curiosamente, dejaban un espacio sin ocupar en el centro perfectamente circular. Aquella zona parecía un ring de boxeo, pues estaba algo mas elevada del suelo, y mientras que esa sala estaba completamente pintada de azul, sólo ese fragmento era blanco. Otra cosa curiosa de aquel lugar es que parecía que había dos grupos diferenciados, el uno se situaba a la entrada de la sala desde la sala principal -donde estaba yo- y el otro al final, cerca de una puerta tan oscura que no se podría vislumbrar cual fuera su procedencia. Bajo nuestra sorpresa, volvió a sonar la misma voz de aquella mujer desquiciada, pero esta vez sin pantalla, y decía: "Es hora que mostréis vuestras habilidades. Todos vosotros soís gente con algo que no tienen los demás. Así que combatid, y demostrar vuestra valía." Y tras esto, se iluminaron unos focos desde arriba. Al parecer, me tocaba combatir primero a mí en mi supuesto grupo. Así que subí a la blanquecida tarima con pasos quedos y tranquilos.
Cuando ya estaba encima, estirandome un poco, esperé con impaciencia quién sería mi contringante. Miraba hacía la puerta oscura, adivinando que saldría por ahí. Entonces, de ahí salió una figura amorfa con dos cabezas humanas que hacían muecas extrañas. Se posicionó frente a mí con osadía, y cuando ambas cabezas me miraron directamente a los ojos, aquel ente se transformó en mí mismo. Así fue como se dió inicio al combate. Dándome prisa, decidí atacar primero. Moviendo mi dedo índice sobre mi cabeza, invoqué una forma circular negra como el tizón, proveniente de las sombras, incluso maligna, y esta fue haciendose mas grande en la pedida que yo movía mi dedo índice dando vueltas sobre sí mismo. Esto formó una bola muy grande inmersa en la oscuridad que parecía que estaba viva, puesto que daba vueltas sobre sí, y tenía como unas convulsiones que la hacían parecer que algo se agitaba en su interior. También tenía unos anillos oscuros, que a su vez, también daban rápidas vueltas como si fuera un planeta. Así, pues, sin pensarmelo dos veces, le lancé esa bola sombría al bicho aquel, y pareció dolerle.
Sin embargo, ahora contratacaría, así que me preparé pronunciando una especie de conjuro, como si fuera una maldición que le lanzara a mi contringante. Una vez pronunciada, aquel extraño ser empezó a rajarme la piel de los brazos con un cuchillo. Yo podía ver claramente mis heridas, y como chorreaba la sangre que caía desde mis brazos hasta el suelo. Pero, entonces, la maldición se vió cumplida, y apareció de una especie de portal de tinieblas, un monstruo de un solo ojo enorme cuyas venas eran de un morado tan oscuro que a primera vista podría confundirse con negro. Era como si le hubieran arrancado un ojo al cíclope gigante, y este ojo cobrara vida de ultratumba. Pues bien, este monstruo se posicionó frente a mi rival, y le rodeó con una película transparente, y con unos rayos verdosos provenientes de su iris, que lo convirtió en un conejo de peluche. Y así, desapareció hundiendose en las inciertas brumas de aquel portar tenebroso.
Al vencer, suspiré aliviado y alcé mis brazos en señal de triunfo. Justo en ese momento apareció un hombre elegantemente vestido que me comunicó que pertenecía a mi mismo bando, y que me daba la enhorabuena por ganar en el primer combate. Y al estrecharme la mano, me explicó que la trampa de aquella mujer loca residía en que nos habían reunido ahí, a la gente más rara del país, para demostrar cual era el más poderoso de todos. Yo sonreí porque evidentemente yo era mas fuerte que aquel bicho tan raro. Por último, me dijo que me dirigiera a la zona de descanso, y yo le seguí obediente, ya que no conocía del todo aquel lugar.
Así, llegué a lo que parecía a todas luces una estación de metro. Concretamente, me parecía la estación de metro de Principe Pío, debido a los colores grises y azules que separaban dos andenes por la mitad. Sin embargo, tampoco podría poner las manos en el fuego de que fuera así. El tren que apareció, en concreto, parecía dirigirse a la Avenida de America -que es donde suelo coger el autobus de vuelta a casa- así que me subí en ese. Una vez dentro, este se encontraba bastante vacío, sólo había algunas pocas personas desperdigadas las unas de las otras, cual motas de suiciedad dispersas sobre una extensión blanca e impoluta. Yo opté por quedarme de pie, y me agarré a una de las amarillentas barras para evitar tambalearme en el caso de que el tren cogiese mucha velocidad. Mientras este arrancaba y se desplazaba por el túnel sombrío, una mujer con el pelo desgreñado y grisáceo que parecía una bruja -se parecía un poco a la mujer de la pantalla del principio, aunque no era ella porque esta era mayor- me dijo que por favor, que alejara mis tropas del reino donde ella pertenecía, y que si no lo hacía porque no me venía en gana, que al menos les ordenase que fueran compasivos. Mas, que, independientemente de lo que decidiera, que tenía que escribir a una dirección de correo electrónico una vez que hubiera despertado de aquel sueño. Yo asentí, y memoricé el correo electrónico que me mostró. Cuando llegué a la siguiente estación, y salí, desperté.
Nada mas despertar, anoté la dirección de correo electrónico con la que había soñado, pues me acordaba perfectamente de cual era. Me quedé unos instantes en la cama entre amodorrado y confuso hasta que me levanté, e hice mi rutina con normalidad pese a que pasé gran parte del día dándole vueltas al asunto, tanto al sueño en sí mismo como a su parte final. Ya por la tarde-noche, cuando me encontraba mas calmado, decidí hacer la prueba de escribir a aquel correo. He de reconocer que mientras lo hacía, me encontraba un poco nervioso y desconcertado. Pensaba: "Y si alguien constesta... ¿Qué hago?" Mas me envalentoné, y puse un mensaje que decía algo semejante a que había cumplido mi promesa de escribir. Finalmente, lo envié y esperé unos instantes. Pero al poco, me devolvieron el correo alegando de que tal dirección no existía. Por un lado, me quedé tranquilo y bajé la cabeza en señal de alivio.
No sé exactamente qué pasó, si yo recordaba la dirección mal, si fue la bruja quién que me la dió mal en un principio, si quiso engañarme bajo desconocidas intenciones, o si la culpa es mía por tomarme los sueños demasiado en serio. En este último caso, uno podría pensar que yo estoy mas loco que la mujer desquiciada de la pantalla de aquel centro comercial imaginario, que debería diferenciar lo real de lo soñado. Pero, si pensáis así, yo con seriedad, os pregunto: ¿Acaso vuestras vidas cuando estáis supuestamente despiertos no son mas que una mala fantasía?
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