He aquí os dejo una breve colección de aforismos escritos por mí hace algún tiempo, de los cuales muchos son disonantes y contradictorios entre ellos según el estado de ánimo en el que me encontraba en el momento de escribirlos, algunos circularon por diversos lugares, y otros, los he tenido ocultos hasta ahora. Puede que con algunos hoy día no me muestre tan favorecedor como entonces, pero al cabo, tampoco ha pasado tanto desde que los concebí y los plasmé sobre el papel. Tengo por cierto que muchos de ellos resultan oscuros debido a su concisión e inconclusión, pero todo ello fue hecho precisamente para darles una amplitud de interpretaciones en los sentires y en los pensamientos. Procuré dotarles de esa virtud -aunque muchos de vosotros quizás lo consideren un vicio, cosa que lamentaría mucho en mis adentros- para que su lectura no fuese despejada, sino más bien concentrada. No están hechos para ser memorizados, y pudiere que tampoco recitados, simplemente se muestran cual son para que se susurren en el interior, sin temer que sean corrompidos por ojos maldicientes que todo lo ensucian nada mas pasar su mirada. Muy al contrario, ellos son limpios y su ventaja lo supone su levedad, pues estando con los pies sobre la tierra ansían volar, mirando constantemente hacía los cielos.
Desconozco si servirán a favor de aquellos que los leyeren, lo que sí puedo indicar mientras deslizo esta pluma imaginaria es que en el momento que los escribí me consolaron de mis tareas, y aunque era de noche, para mí supuso un día eterno. Su escritura fue como la luz del sol, rayos que añoraban la luna y su purificación celestial. Por esto, y mucho más, espero y deseo en las profundidades de mi espíritu -que es tanto alma como carne- que os deleitéis un tanto con estas pinceladas como yo hice cuando las anoté para mí mismo, ya que, según pienso la mayoría de lo que se escribe primero es para uno mismo, y ya después si surge, para los demás. Dios sea con todos, incluso, con aquellos que me guardan recelo en su fuero interno. Por mí, están todos perdonados, que siga cada uno lo que crea que le conviene. Salud.
- Yo proveo a Dios lo que
le corresponde. Así, pues, de lo aquí escrito mucho es de Dios y poco mío, como
mucho algún añadido. Ello es así debido a que la plena Sabiduría le pertenece a
lo mayormente inmenso, y ya sabrán los lectores que lo más grande que puede
pensarse y sentirse es precisamente Dios. Lo restante, queda dicho por sí mismo
- Al juicio muchos lo
cargan con atrocidades innecesarias. Darle lo que se debe, es decir; lo
verdaderamente pensado y decorad con los dolores provenientes de las entrañas
lo que sobre. Porque no hay substancia sin accidente en este mundo deviniente,
como tampoco existe un accidente al que no se le pueda hacer substancial si
hacemos de algo pequeño un infinito que abarque todo el cielo.
- Quién osare escarmentar
el sueño con pasión y devaneos de imaginación, añadirá sabiduría y fantasía en
una misma cofradía. Los sujeta con un lazo, y al poco rato se sueltan, volando
así por la habitación. Y no será baladí que en cuanto despierte, sus visiones
oníricas pasen a formar parte de sus realidades
- Confiar en la virtud de la luz, aquella que elimina los elementos sombríos sumidos en las tinieblas cual relámpago que en una noche de tormenta ilumina el cielo entero. No solamente es guía a la par que compañía, es lo primordial a la hora de encaminarse por la vida
- Los rosales y sus espinas añadidas pese a sus apariencias entienden de daños y bellezas efímeras, que aunque por sutilezas pasan, en su trasfondo el hielo sumergido acaba por salir en mares cálidos.
- Lo que parece falto de rigor es el amor vacuo, pero con el paso de los años acaba siendo un paseo con muchas piedras y caídas subsiguientes. Permanece atento en cuanto las pises, recuerda el dolor aterido al corazón, y en cuanto retornes en el caminar continúa aunque sea arrastrándote. Los gusanos son asquerosos, es cierto, pero siguen hacía delante.
- La memoria resulta una facultad singular; unas veces sacamos beneficio, y otras, va a nuestro perjuicio. Es el actuar presente en este instante lo que anotará en cuaderno tan leve, intenta que tu escritura nazca de la fortaleza y no de reproches.
- Pudiere gritar, quizás a su vez saltar. Ambas cosas a la vez son locura, una tras la otra cordura. Pero, no obstante, no realizar ninguna de ambas es censura.
- Fuere por falta de sutileza o delicadeza en demasía, ambas extremidades han de tomar un punto de encuentro. En lo que a mí se refiere, pienso como su centro al corazón que dotado de sentires y reflexiones encuentra allí su sentido, aunque no todos opinan semejante.
- En este mundo lleno de azares que se asemejan a cárceles, hay escasos refugios donde encontrar leves recursos de básica supervivencia. Sin embargo, hay uno en el que siempre me confío cuando me encuentro malherido por las mortales miradas de las gentes, y este es mi cuarto repleto de libros que me permiten dialogar con los antiguos, así me siento acompañado en soledad.
- A ser posible, confiar en escaso número de personas, puesto que la malicia es sobrepoblada y la bondad es escasa, lo suyo será depositar el espíritu en recipientes seguros.
- Adquirir el menor temor posible, si bien es prudente saber hasta que punto un empujón nos puede llevar, la lucha es capaz de brindar áureas armaduras con las que defenderse. Para ello, es necesario tomar en serio el ataque, que cauteloso una vez que se cierne sobre el enemigo, no se detiene hasta que la muerte aplaque y derrita los sables más agudos.
- Es menester tanto para el sentido como para el espíritu dejarse deleitar de vez en cuando por el paisaje campestre. Unas cuantas vueltas por prados desconocidos no solamente distraen, sino que también provocan saberes silvestres.
- Aprender tanto de lo lúminico como de lo sombrío. Al estar mucho rato al sol nos aturdimos, y en la sombra nos quedamos fríos, será preciso salir de vez en cuando y encerrarse otras tantas veces. Así como valoramos el calor cuando largo tiempo sentimos los pies helados, a su vez tomamos en cuenta la brisa fresca del atardecer tras un día de pleno estío.
- Jamás entenderá una mayoría aquellos gritos interiores de los escasos solitarios. Únicamente nos queda el aislamiento y el exilio, y a partir de estos mismos crear una maravilla; nuestro propio paraíso con las palabras que callamos. Por ahora parecerán llamas que se asfixian, mañana serán de las pocas estrellas que bendicen en su ocaso previas al amanecer.
- Huye de los ríos insertos en frondosos bosques donde mucha gente bebe. Es de lógica pensar que cuando un agua es bebida en grandes cantidades a la larga termina por contaminarse. Si hay algo beneficioso para la salud de gratas altitudes en este mundo es lo que pertenece a los pocos.
- Si ligero; vuela, si pesado; bucea, si ni uno ni lo otro; repliega. Propio de los fuertes es aprovechar todas las circunstancias en beneficio aventurero.
- Conocedor es quién mirando encuentra, y cuando oculta sin quererlo lo descubre. Esto es así porque a quién es de una naturaleza determinada le llega lo que a sí mismo le corresponde. A modo de ejemplo: si llora le llueve y si ríe el sol le sale a cada paso.
- No temas ser repetitivo en tus juicios; lo bien dicho ha de ser enunciado las veces que sean necesarias tanto para los de oído fino como para los brutos que no disciernen sonido de grito.
- Es el estar aposentado en la tierra poder volar con los pies, una forma de mirar hacía el cielo desde nuestros ojos mundanos. Así, bien sujeto, y sustentado en el suelo nutriéndose con las raíces para hacer alas de nuestros pasos, y algún día, llegar allí donde podamos decir que uno puede estar elevado pese a ir andando.
- Dicha es imaginar y dejarse llevar por las imperiosas tempestades de las fábulas mentales, mas tampoco debe perderse el sentido común. Porque, incluso, en mitos y leyendas, los personajes supieron mantenerse erguidos aunque fuerte soplase el viento
- Sabio no es aquel que llena su vocabulario de tecnicismos y ramplonerías propias de pedantes, sino mas bien, se trata de aquel que sabe vivir de acuerdo con unos principios que le permiten permanecer firme ante las adversidades, y no obstante, siempre está dispuesto a mover un ápice de su doctrina cuando llega a pensarla errada por las circunstancias. La verdad ha de ser vívida no únicamente expuesta en un tratado, pues no sería justo limitarse a contemplarla, lo suyo es también ejercitarla.
- He aquí lo que dota de sentido a una vida que es a la par de reflexiva y meditativa, pero que también lo es guerrera: Acción en el pensamiento y sentimiento en el pecho. Y lo restante se deriva de estos principios que no se limitan a ser trascendentales, antes bien; son personales.
- No escarmentarse por los males ni crecerse innecesariamente por los bienes, antes bien, prestar atención con el juicio, y después, provocar el aprendizaje. Así es como se escudriña las barrajas del destino, una vez conocidas las cartas ningún suceso nos resultará ni sorprendente ni novedoso. Es cierto que en la vida de vez en cuando esta se asemeja a un juego de dados, pero si sabemos al menos cuales son sus números y las veces que se repiten las jugadas, ninguna victoria ni vencimiento nos alumbrará ni oscurecirá el ánimo
- No está de mal recordar algo que pocos logran advertir, y esta es la enseñanza que dictamina que mientras que la tontería es propia de la multitud, la cordura resulta escasa. Son los menos los que piensan mejor, y la plebe por el contrario, casi siempre resulta errada en materia y tanto más en lo que a formas se refiere. Esto es así porque la locura es multitudinaria, y en contraposición, la sabiduría pertenece a la excepción. Desde tiempos inmemoriables, los que piensan diferente debido a su singularidad agravian a los enfermos en masa. Lo mejor será saber camuflarse y unas veces dejar pasar, y otras tantas, imponerse el luchar.
- Supera nuestra vanidad, pero cuando la ocasión lo confiere también hay que saberse desdecir, incluso aquel con el semblante más lustroso y el intelecto más iluminado puede llegar a errar. Mejor será reconocerlo en el interior para mejorar de cara al exterior. También existe una valía intelectual, como así una armadura para angustias espírituales: la superación en el ánimo de uno tras la pugna interiorizada.
- El único mal de tus vivencias funestas eres tú mismo, existe solamente un culpable en las desgracias, y ese es tu sí mismo. En vez de desplomarse en el suelo para lamentarse, adherirse a las circunstancias aunque sean las más dolorosas, y acto seguido, no implorar penitencia, sino gritar un: ¡Adelante, son aún muy pocas mis tristezas y todavía menos mis quejas!
- Las obras que sean dignas de alabarse han de ser leídas dos veces, es decir, releídas para mejor comprenderse y sentirse. Y si ya es tan magna que incrementa nuestro ánimo y espíritu, que sea leída tantas veces como haga falta hasta que sus páginas lleguen a aprenderse como los episodios sucesivos de toda una vida.
- De los demás tengo un deseo: que me dejen en paz. Es sorprendente como algo tan nimio resulta tan complejo de encontrarse. En un mundo lleno de gritos y estruendos yo tan sólo quiero llegar a mi hogar, y descansar para al despertar poder pensar con holgura.
- Los pensamientos inconclusos hay que saber aprovecharlos, debido a su estado embrionario, piden ellos mismos un realce de su fulgor. Brillan y seducen a la noche, despuntan y emergen en el día; como todas las cosas bellas necesitan de un impulso que les lleve a bajar los dioses a la tierra. El camino aún está llano, todavía no han crecido los árboles de antaño. Sin embargo, entre la maleza con paciencia y espera saldrá algo inusitado que ha bebido de los licores de los antiguos, soñando ser algo nuevo.
- El humo de los ducados, en cuanto es expulsado de bocas profanas ensucia el aire, y con ello, todo ánimo creciente. Pero no todo humo es igual, pese a lo grisaceo que adquieren todos. Hay de algunos tan puros, que dan su toque a todas las paredes. Cambia el ambiente, y no obstante, permanece eterno aún en el transcurso de los tiempos.
- No todo lo que parece es, hay que mirar con muchos ojos, y si fuere estremado con todos los sentidos. Descubrir así lo intrinseco de todas las cosas, lo substancial que es lo esencial; gracias a la agudeza sensorial de las excepciones. No tengas miedo de espantarte, y adelante.
- A los aduladores y lisonjeros ni mirarlos, y mucho menos escucharlos, las palabras que suelen usar para vituperar suelen ser mentiras. La ofensa es más sincera, por eso para hacer justeza, se debe prestar una mayor atención a los enemigos. Los amigos satisfacen nuestra vanidad con sus caricias en las vocales, pretenden no hacernos daño, y con ello se alejan de la verdad. Un consejo prudente es no dejarse engañar por el dulzor aparente de las sílabas para así aprender a apreciar la dolencia de las sentencias más duras. Es complejo el llegar a acostumbrarse, pero una vez sentado sobre el trono de la veracidad, jamás se olvida.
- Los dolores llegan y se posan en forma de lágrimas que recorren nuestras mejillas. A fuerza de soportar estos dolores crecientes, logré atemperar el ánimo y aprendí que la razón ha de apoyar la vida. No se huya del sabor agridulce de la boca, antes bien, acostumbrese a que la sangre en suspenso sobre el paladar es algo común cuando se agudiza en ingenio.
- Durante enfados e iras yo os deseo tiempo, puesto que aquel templa el ánimo y ocasiona el poder pensar con mayor rígidez. No hay peores daños para los mortales como las vanidades heridas o la perdida de amistades. Hacer de ambas una ventaja, motivo de reflexión y aprendizaje para continuar el viaje.
- Arte en el realce donde se muestran los detalles con múltiples matices brillantes. Si se aplica con justeza se adquiere fortaleza. El oro en bruto se asemeja a las piedras, pero en cuanto se moldea con el artificio y la fuerza de la inteligencia se torna belleza. Si nos llegase desde los cielos el mensaje divino seguramente nos parecería indescifrable para nuestros paladares acostumbrados a la árida tierra y a los salados mares, a no ser que hiciesemos de ellos poesía, la complejidad a la hora de interpretarlos nos mataría. Por ello, apuesto por la Divinidad que se encarna en esta tierra, y a la que unos llaman Sabiduría, y otros Ecce Homo.
- Pocos encuentran la verdad porque son escasos quienes la buscan con coraje y paciencia. No se detienen sobre las cosas, y como van con una premura inusitada, estas se les deshacen ante sus miradas. Tampoco tienen verdadera pasión a la hora de orientar sus vicisitudes, todo es vacuo en ellos aunque lo crean interesante. Ante esta tipología de circunstancias, lo suyo es ser consciente, dejarlo estar y alejarse en cuanto antes para no contaminarse innecesariamente.
- Nuestras convicciones son cadenas necesarias, prisiones en las que tenemos que aprender a convivir con nosotros mismos. Sin ellas no hay afirmación posible ni negación que valga la pena proclamar. Por tanto, mejor callar y prestar atención al silencio. Aquel que no se conoce no puede llegar a ser dueño de sí, pero tampoco saber nada de los demás ni alzarse por encima. Si se es verdaderamente inteligente, se exigirá auto-conocimiento ascendente y dominación de los sentires desproporcionados para ser sobresaliente. Los muchos no lo advierten, mas yo digo: mejor un conocimiento inseguro silencioso para nosotros que se busca constantemente a partir del propio vientre, que mucho decir a la gente sin saber qué se dice ni por qué ha de decirse.
- Vivir es un vivir con los otros, para bien o para mal, normalmente es para esto último. No obstante, una vez instados en este laberinto que bien entiende de entresijos hemos de aceptarlo como el primer rayo del amanecer. Hemos de contar necesariamente con los demás, y mas si se trata de trazar un pensar, o de lo contrario, comenzar a temblar. Bien se aprende observando al rededor con juicio, las conductas ajenas nos enseñan cuán dispuestos estamos nosotros mismos a los más fugaces pecados. Aprendamos entonces, seamos lámparas que pretenden imitar la tenacidad del astro sol.
- Es equívoco de los doctos y eruditos centrarse en lo general sin aplicarlo a lo particular. El concepto y lo universal son tan útiles como esenciales si sirven de guía, pero vacuos sino se lo lleva al terreno de la práctica. No vana abstracción, lo viril es la aprehensión de los sucesos de la vida y su correcta dirección superior. Reniego de la simple veracidad, yo quiero la verdad que se tiene y que se usa tanto en lo más alto como en lo más bajo.
- Gran espíritu aquel que piensa con presteza, y además, todo parece salirle bien con el auxilio de su ingenio. Actúa sutilmente en la vida, se desliza entre los escollos, asciende pedregosas montañas y de los pesares hace motivo de fortaleza. Signo de delicadeza invisible tras la piel, en su interior habita un León ávido de dadivas.
- Evitar mostrar flaquezas al exterior, muchos se aprovechan de los puntos flacos y vulnerables para lanzar sus arrebatos de ira, o lo que es peor, arrollar en las espaldas. Ante el ataque inminente; buena coraza. Es raro el forajido sin su armadura, si se está lejos con más razón habrá que protegerse, los peores baches son los que aparecen por sorpresa y avivan pasiones que producen acumulación de errores. Por eso, mas vale una buena defensa que el manejo más diestro en armas.
- Guardarse las lágrimas en los momentos cumbres de la tristeza. Digno es crear charcos en rincones solitarios donde nadie se pueda atragantar con nuestras aguas. Es un acto egoísta el cargar con dolencias y quejas los oídos ajenos, que se encuentran muy distantes a la hora de comprendernos. Sólo una voz necesitas en los momentos de angustia; y es la tuya.
- Cuando los males le rodean a uno es preciso acudir al lecho a destiempo, aunque sea demasiado temprano para acostarse. Ocultarse tras la almohada nos protege de los monstruos que campan a sus anchas bajo formas humanas, ahí recogidos damos paso a la meditación y a la reflexión. En ocasiones durante los sueños volvemos a encontrarnos con aquellos demonios, es entonces cuando hemos de enfrentarlos y vencerlos, así cuando despertemos recuperaremos los ánimos. Para estar preparado para el mundo lo suyo será estar vencido uno mismo, de nada servirá hacer acto de galantería aquel que no ha advertido sus propios recovecos. Hay gentes atormentadas y otras atormentadoras, sea ambas cosas para sí mismo, pero nunca para el resto.
- Bien saben los que mucho conocen que hasta las sonrisas son limitadas, y más cuando se descubre la verdad. Al principio, cual pálida dama le encubre un sútil velo que cela sus atributos, pero en cuanto este se rompe y se muestra cuán molido se encuentra el cuerpo debido al sol que ha soportado cuando estaba en la interperie y el frío que le ha escarmentado en las noches donde había ausencia de mantas y harapos, se revela la crueldad de las mortales vivencias y a cuantos peligros estamos expuestos cada día. Mejor será conocer cuando se debe, y desconocer hasta que sea la hora propicia.
- Elige y decide con ceño y empeño, sé en los caminos diestro y ante los titubeos discreto. Es preciso equilibrar los lugares en los cuales esconderse para meditar, eso quiere decir: sazonar los escondrijos sin miedo y cuando fuere necesario, atemperar los ruidos y dar paso al silencio.
- Existe una moral interior, que siendo secreta advierte de manera intuitiva aquello que está bien o mal sin necesidad de un exceso de información. Contempla el devenir de los acontecimientos, haz que cesen las efímeras impresiones de un espíritu cautivo y acude a tus adentros. Allí podrás ver lo que es justo, humilde y bondadoso. Los demás ansían llevarnos por caminos difusos y sendas inciertas para que dejemos de percibir las cosas tal cual son, pero quién ha alimentado con sazón sus fueros internos sabe que ha de hacerse y dejarse para otros. A menudo nos atormentan con sucesos pasajeros, sin importancia, por ello tanto más valor tendrá uno cuando desarrolle por sí mismo la capacidad de recogerse y reflexionar desde las profundidades del yo que extrae las conclusiones de un mundo sumido en el delirio general y de lo perecedero.
- Los de altivo intelecto, rara vez lo muestran, más siempre lo demuestran en hechos haciendo de lo dicho facto. Hacen del artificio complejo una naturalidad que parece simpleza, cada gesto es un donaire de nobleza. Van directos, eligen y deciden según los acontecimientos y se rigen dependiendo de las circunstancias. Su prioridad es lo selecto, su ojo se declina a lo recto. Los pasos suyos representan las virtudes fundamentales, y los contrarios son los funestos vicios. Si no eres de tal calibre, observa y aprende, y si en cambio, esto te describe: Felicidades, has llegado a la cumbre.
- Ven, acude a mí tristeza, y dame aquello de lo que me privaste, haré con ello desvelos eternos. No despierto aún, duermo soñando en lo pensado que algún día será tormenta en medio del desierto. Hay que aprovechar la melancolía como fuente inagotable de inspiración, de las nostalgias crecen grandes palabras que permanecen mientras nosotros marchamos. Un corazón que late presto hasta detenerse acaba siendo el punto final de una frase que enternece, pasajera sí, pero siempre ferviente.
- Mantén los dolores en ti, y aguarda, que se convierten en ángeles resplandecientes. Tienen sus alas quebradas puesto que han volado demasiado; a la par negras y de un blanco resuelto, señal de osadía y valentía. No tardarán en caer en picado, sin embargo, aún mantienen su vuelo sincero.
- No lamentes las decaídas del pasado. Fuiste frágil y precipitado en un tiempo, reconocelo y será un salto adelantado. Ahora bien, no receles de un suceso en repetidas ocasiones rememorado en la mente. Es un fútil intento procurar remendarlo, se perdió, ya se fue lejos. Contén las lágrimas, se fuerte, y si débil únicamente hacía dentro y cuando nadie sea espectador de tu sufrimiento. Muchos se devanan los sesos en vano, nada consiguen con ello, excepto caer en excesos que rara vez curan. Las heridas siempre estarán ahí, en tu mano está que dejen de sangrar. Quedará una marca; el signo de la fortaleza, de un obstáculo pesado que ha sido superado, se ha pasado por encima del bache y ahora se andan caminos distintos. Atraviesa con la espada lo desdicho, motivo de alegría que hace cuerpo en una sonrisa es el haber hecho de las desdichas un buen decoro para el recuerdo.
- Es desaire de muchos acogerse a la vulgaridad común como única escapatoria. Han perdido tanto por tan poco que se han vuelto esclavos no ya de sí mismos, sino de lo peor del resto. Van de un lado para otro, desconociendo de personalidad propia. Y cuando les preguntan: "¿Quién eres?" se limitan a responder: "Lo que dicen los otros..." Prosiguen sus pasos sin rumbo, según el capricho del viento y los murmuros ajenos. Cuando llegue el final, mirarán sus manos y las encontrarán vacías, excepto por unos fragmentos de polvo que se irán en cuanto aparezca nueva moda. Así como la nieve del invierno se retira, así lo serán también sus vidas.
- Desapasionarse es obligación cuando se tuerce el sino, los designios campan a sus anchas, y cuando menos uno espera, se torna caprichoso. Uno se construye lo que es en base a una naturaleza determinada que va moldeando según las circunstancias, a esto segundo es lo que se conoce como artificio. Ambas vertientes no son contradictorias, pueden ayudarse mutuamente si se admite la primacía de la natura y su correspondencia con el arte. Se hacen y se deshacen, y en ocasiones llegan a abrazarse
- Mira en el espejo y aspira la perfección a la que nunca se llega. Inspecciona, y halla semblante sin tacha, que fragante cruza los ideales con la querencia de hacerse reales. Un imposible que quiere ser posible ¿Cómo? Descubre en la acción lo que es tu obligación particular contigo y con los otros.
- El concepto se transmite en el dialecto, y de allí la palabra se hace obra. No es cuestión de magia, es el hacerse continuamente elevándose a una infinitud nunca alcanzada. Aquí, allí y allá; en todas partes está. Atiende con todos los sentidos, y haz del intelecto un órgano de entereza aplicada. Vacuas teorías se sueltan al aire sin pensarlas, y en cuanto caen; aplastan. Se esperan, además, que se recojan según se dicen por el ámbito de la imaginación y cada uno interpreta lo que quisiere. Olvida estas ignorancias tan comunes como nefastas, y fórjate tus armas en base a tu indumentaria. Ya tienes la armadura siempre dispuesta, ve añadiendo los complementos según vayan surgiendo los acontecimientos, que el ser de uno es rehacerse constantemente.
- Sal de vez en cuando de tus escondrijos usuales, y átrevete a campear el gusto siguiendo tus inclinaciones. Es díficil puesto que los gustos excelentes -que son a su vez los singulares- pocas veces suelen ser estimados, y así uno se encontrará con mas desdichas que risas. Bueno es arriesgarse, se aprende de la experiencia para llegar a casa conociendo los designios fatales.
- El desamparo ha de partirse por partes para sancionarse y descubrir cuales fueron los males agravantes, se separan unos de otros diferenciándose en la escala de los dolores ¡Gran montaña del sufrimiento y de los pasos mal dados se nos forman si hacemos lo contrario! Desdoro es no cuidar en la enfermedad, pero aún mas penuria lo es negarse a recordar cual fue su origen. Depende del ambiente donde se haya nutrido nuestro mal, habrá que cortar a pedazos o regar a retazos.
- Todo lo que nace para mí suele morir al poco. Tan efímeras son las cosas en esta vida, que basta quererlas para que se alejen rápido. Es amar, y el viento del mar echa hacía atrás todo lo vívido; es el recuerdo que nos hace daño. Quisiéramos olvidar, pero para eso no nos basta ni la mayor de las maestrías, se nos escapan las lágrimas sin buscarlas ¿Qué hacer entonces? Esperar, ejercitar y dejar estar.
- Escucha todas las voces aunque no a todas puedas acompañarlas. Cada música entiende de una melodía propicia y de un ritmo acostumbrado, no quieras confundir flautas con violines. Aún tomando esto en cuenta, no te desencantes en demasía en cuanto descubras que no todos los sones son iguales. El tuyo es presto, y el otro es alegro; bien es cierto que no son semejantes, pero por separado pueden resultar parecidos. Unos gritan, otros chillan, muchos hablan por hablar y unos pocos proliferan palabras consecuentemente. Se de los últimos, y añádele aplicación práctica.
- Los vértigos amorosos son ilusorios. No obstante, para nuestra experiencia inmediata son tan reales como la sangre que circula por nuestras venas. Tampoco hemos de evitarlos, observarlos bien a tiento. Y cuando las imágenes oníricas se calmen, alejarnos cuanto pudiéramos. Si el corazón duele, imagina el cuerpo entero.
- Buen arte es el callar cuando se debe, hay palabras que mejor no se profieren. Varíos místicos neoplatónicos y algún que otro teólogo considera que el silencio resulta el saber sobre la divinidad, pocas cosas nos comunican lo sagrado como la ausencia de sonido; el no-ser. Muchos, en cambio, lo tienen de natural, es toda una ventaja tener conversaciones con ellos mediante miradas, y otros, han de ejercitarse mediante la industria, que aprendan de los primeros.
- Nuestros engaños suelen proceder no tanto de sí mismos, como del valor que nosotros les brindamos. Subestimamos en demasía cosas varias, viendo las cosas bajo ojos veladores las idealizamos. Mejor será el partir del desengaño para estar advertido, y si al final no todo es tan malo nos llevaremos una alegría. Adventicia prudencia de los ingeniosos que advierte a destiempo en lo que al futuro se refiere. Mira las brumas; se expanden, ya las conoces. Parte de las sombras y aprende a emprender camino hacía la luz, aquella inextinguible en los peores tiempos.
- El vulgo todo lo mirará con malos ojos, y sobre todo lo que más brilla debido a la envidia. Al igual ocurre con aquel que tiene mal sabor de boca ya de por sí, aunque coma y beba manjares suculentos todas las cosas le sabrán amargas ¡Y encima con desdicha y enfado proclaman censuras contra todo matiz áureo! Ante esta furia plebeya solamente queda recatarse en ciertas ocasiones dejando los diamantes en los interiores, y en tantas otras que sean pernicientes y no quede nada por perder, lanzar fulgores que provienen de los adentros.
- Los rosales y sus espinas añadidas pese a sus apariencias entienden de daños y bellezas efímeras, que aunque por sutilezas pasan, en su trasfondo el hielo sumergido acaba por salir en mares cálidos.
- Lo que parece falto de rigor es el amor vacuo, pero con el paso de los años acaba siendo un paseo con muchas piedras y caídas subsiguientes. Permanece atento en cuanto las pises, recuerda el dolor aterido al corazón, y en cuanto retornes en el caminar continúa aunque sea arrastrándote. Los gusanos son asquerosos, es cierto, pero siguen hacía delante.
- La memoria resulta una facultad singular; unas veces sacamos beneficio, y otras, va a nuestro perjuicio. Es el actuar presente en este instante lo que anotará en cuaderno tan leve, intenta que tu escritura nazca de la fortaleza y no de reproches.
- Pudiere gritar, quizás a su vez saltar. Ambas cosas a la vez son locura, una tras la otra cordura. Pero, no obstante, no realizar ninguna de ambas es censura.
- Fuere por falta de sutileza o delicadeza en demasía, ambas extremidades han de tomar un punto de encuentro. En lo que a mí se refiere, pienso como su centro al corazón que dotado de sentires y reflexiones encuentra allí su sentido, aunque no todos opinan semejante.
- En este mundo lleno de azares que se asemejan a cárceles, hay escasos refugios donde encontrar leves recursos de básica supervivencia. Sin embargo, hay uno en el que siempre me confío cuando me encuentro malherido por las mortales miradas de las gentes, y este es mi cuarto repleto de libros que me permiten dialogar con los antiguos, así me siento acompañado en soledad.
- A ser posible, confiar en escaso número de personas, puesto que la malicia es sobrepoblada y la bondad es escasa, lo suyo será depositar el espíritu en recipientes seguros.
- Adquirir el menor temor posible, si bien es prudente saber hasta que punto un empujón nos puede llevar, la lucha es capaz de brindar áureas armaduras con las que defenderse. Para ello, es necesario tomar en serio el ataque, que cauteloso una vez que se cierne sobre el enemigo, no se detiene hasta que la muerte aplaque y derrita los sables más agudos.
- Es menester tanto para el sentido como para el espíritu dejarse deleitar de vez en cuando por el paisaje campestre. Unas cuantas vueltas por prados desconocidos no solamente distraen, sino que también provocan saberes silvestres.
- Aprender tanto de lo lúminico como de lo sombrío. Al estar mucho rato al sol nos aturdimos, y en la sombra nos quedamos fríos, será preciso salir de vez en cuando y encerrarse otras tantas veces. Así como valoramos el calor cuando largo tiempo sentimos los pies helados, a su vez tomamos en cuenta la brisa fresca del atardecer tras un día de pleno estío.
- Jamás entenderá una mayoría aquellos gritos interiores de los escasos solitarios. Únicamente nos queda el aislamiento y el exilio, y a partir de estos mismos crear una maravilla; nuestro propio paraíso con las palabras que callamos. Por ahora parecerán llamas que se asfixian, mañana serán de las pocas estrellas que bendicen en su ocaso previas al amanecer.
- Huye de los ríos insertos en frondosos bosques donde mucha gente bebe. Es de lógica pensar que cuando un agua es bebida en grandes cantidades a la larga termina por contaminarse. Si hay algo beneficioso para la salud de gratas altitudes en este mundo es lo que pertenece a los pocos.
- Si ligero; vuela, si pesado; bucea, si ni uno ni lo otro; repliega. Propio de los fuertes es aprovechar todas las circunstancias en beneficio aventurero.
- Conocedor es quién mirando encuentra, y cuando oculta sin quererlo lo descubre. Esto es así porque a quién es de una naturaleza determinada le llega lo que a sí mismo le corresponde. A modo de ejemplo: si llora le llueve y si ríe el sol le sale a cada paso.
- No temas ser repetitivo en tus juicios; lo bien dicho ha de ser enunciado las veces que sean necesarias tanto para los de oído fino como para los brutos que no disciernen sonido de grito.
- Es el estar aposentado en la tierra poder volar con los pies, una forma de mirar hacía el cielo desde nuestros ojos mundanos. Así, bien sujeto, y sustentado en el suelo nutriéndose con las raíces para hacer alas de nuestros pasos, y algún día, llegar allí donde podamos decir que uno puede estar elevado pese a ir andando.
- Dicha es imaginar y dejarse llevar por las imperiosas tempestades de las fábulas mentales, mas tampoco debe perderse el sentido común. Porque, incluso, en mitos y leyendas, los personajes supieron mantenerse erguidos aunque fuerte soplase el viento
- Sabio no es aquel que llena su vocabulario de tecnicismos y ramplonerías propias de pedantes, sino mas bien, se trata de aquel que sabe vivir de acuerdo con unos principios que le permiten permanecer firme ante las adversidades, y no obstante, siempre está dispuesto a mover un ápice de su doctrina cuando llega a pensarla errada por las circunstancias. La verdad ha de ser vívida no únicamente expuesta en un tratado, pues no sería justo limitarse a contemplarla, lo suyo es también ejercitarla.
- He aquí lo que dota de sentido a una vida que es a la par de reflexiva y meditativa, pero que también lo es guerrera: Acción en el pensamiento y sentimiento en el pecho. Y lo restante se deriva de estos principios que no se limitan a ser trascendentales, antes bien; son personales.
- No escarmentarse por los males ni crecerse innecesariamente por los bienes, antes bien, prestar atención con el juicio, y después, provocar el aprendizaje. Así es como se escudriña las barrajas del destino, una vez conocidas las cartas ningún suceso nos resultará ni sorprendente ni novedoso. Es cierto que en la vida de vez en cuando esta se asemeja a un juego de dados, pero si sabemos al menos cuales son sus números y las veces que se repiten las jugadas, ninguna victoria ni vencimiento nos alumbrará ni oscurecirá el ánimo
- No está de mal recordar algo que pocos logran advertir, y esta es la enseñanza que dictamina que mientras que la tontería es propia de la multitud, la cordura resulta escasa. Son los menos los que piensan mejor, y la plebe por el contrario, casi siempre resulta errada en materia y tanto más en lo que a formas se refiere. Esto es así porque la locura es multitudinaria, y en contraposición, la sabiduría pertenece a la excepción. Desde tiempos inmemoriables, los que piensan diferente debido a su singularidad agravian a los enfermos en masa. Lo mejor será saber camuflarse y unas veces dejar pasar, y otras tantas, imponerse el luchar.
- Supera nuestra vanidad, pero cuando la ocasión lo confiere también hay que saberse desdecir, incluso aquel con el semblante más lustroso y el intelecto más iluminado puede llegar a errar. Mejor será reconocerlo en el interior para mejorar de cara al exterior. También existe una valía intelectual, como así una armadura para angustias espírituales: la superación en el ánimo de uno tras la pugna interiorizada.
- El único mal de tus vivencias funestas eres tú mismo, existe solamente un culpable en las desgracias, y ese es tu sí mismo. En vez de desplomarse en el suelo para lamentarse, adherirse a las circunstancias aunque sean las más dolorosas, y acto seguido, no implorar penitencia, sino gritar un: ¡Adelante, son aún muy pocas mis tristezas y todavía menos mis quejas!
- Las obras que sean dignas de alabarse han de ser leídas dos veces, es decir, releídas para mejor comprenderse y sentirse. Y si ya es tan magna que incrementa nuestro ánimo y espíritu, que sea leída tantas veces como haga falta hasta que sus páginas lleguen a aprenderse como los episodios sucesivos de toda una vida.
- De los demás tengo un deseo: que me dejen en paz. Es sorprendente como algo tan nimio resulta tan complejo de encontrarse. En un mundo lleno de gritos y estruendos yo tan sólo quiero llegar a mi hogar, y descansar para al despertar poder pensar con holgura.
- Los pensamientos inconclusos hay que saber aprovecharlos, debido a su estado embrionario, piden ellos mismos un realce de su fulgor. Brillan y seducen a la noche, despuntan y emergen en el día; como todas las cosas bellas necesitan de un impulso que les lleve a bajar los dioses a la tierra. El camino aún está llano, todavía no han crecido los árboles de antaño. Sin embargo, entre la maleza con paciencia y espera saldrá algo inusitado que ha bebido de los licores de los antiguos, soñando ser algo nuevo.
- El humo de los ducados, en cuanto es expulsado de bocas profanas ensucia el aire, y con ello, todo ánimo creciente. Pero no todo humo es igual, pese a lo grisaceo que adquieren todos. Hay de algunos tan puros, que dan su toque a todas las paredes. Cambia el ambiente, y no obstante, permanece eterno aún en el transcurso de los tiempos.
- No todo lo que parece es, hay que mirar con muchos ojos, y si fuere estremado con todos los sentidos. Descubrir así lo intrinseco de todas las cosas, lo substancial que es lo esencial; gracias a la agudeza sensorial de las excepciones. No tengas miedo de espantarte, y adelante.
- A los aduladores y lisonjeros ni mirarlos, y mucho menos escucharlos, las palabras que suelen usar para vituperar suelen ser mentiras. La ofensa es más sincera, por eso para hacer justeza, se debe prestar una mayor atención a los enemigos. Los amigos satisfacen nuestra vanidad con sus caricias en las vocales, pretenden no hacernos daño, y con ello se alejan de la verdad. Un consejo prudente es no dejarse engañar por el dulzor aparente de las sílabas para así aprender a apreciar la dolencia de las sentencias más duras. Es complejo el llegar a acostumbrarse, pero una vez sentado sobre el trono de la veracidad, jamás se olvida.
- Los dolores llegan y se posan en forma de lágrimas que recorren nuestras mejillas. A fuerza de soportar estos dolores crecientes, logré atemperar el ánimo y aprendí que la razón ha de apoyar la vida. No se huya del sabor agridulce de la boca, antes bien, acostumbrese a que la sangre en suspenso sobre el paladar es algo común cuando se agudiza en ingenio.
- Durante enfados e iras yo os deseo tiempo, puesto que aquel templa el ánimo y ocasiona el poder pensar con mayor rígidez. No hay peores daños para los mortales como las vanidades heridas o la perdida de amistades. Hacer de ambas una ventaja, motivo de reflexión y aprendizaje para continuar el viaje.
- Arte en el realce donde se muestran los detalles con múltiples matices brillantes. Si se aplica con justeza se adquiere fortaleza. El oro en bruto se asemeja a las piedras, pero en cuanto se moldea con el artificio y la fuerza de la inteligencia se torna belleza. Si nos llegase desde los cielos el mensaje divino seguramente nos parecería indescifrable para nuestros paladares acostumbrados a la árida tierra y a los salados mares, a no ser que hiciesemos de ellos poesía, la complejidad a la hora de interpretarlos nos mataría. Por ello, apuesto por la Divinidad que se encarna en esta tierra, y a la que unos llaman Sabiduría, y otros Ecce Homo.
- Pocos encuentran la verdad porque son escasos quienes la buscan con coraje y paciencia. No se detienen sobre las cosas, y como van con una premura inusitada, estas se les deshacen ante sus miradas. Tampoco tienen verdadera pasión a la hora de orientar sus vicisitudes, todo es vacuo en ellos aunque lo crean interesante. Ante esta tipología de circunstancias, lo suyo es ser consciente, dejarlo estar y alejarse en cuanto antes para no contaminarse innecesariamente.
- Nuestras convicciones son cadenas necesarias, prisiones en las que tenemos que aprender a convivir con nosotros mismos. Sin ellas no hay afirmación posible ni negación que valga la pena proclamar. Por tanto, mejor callar y prestar atención al silencio. Aquel que no se conoce no puede llegar a ser dueño de sí, pero tampoco saber nada de los demás ni alzarse por encima. Si se es verdaderamente inteligente, se exigirá auto-conocimiento ascendente y dominación de los sentires desproporcionados para ser sobresaliente. Los muchos no lo advierten, mas yo digo: mejor un conocimiento inseguro silencioso para nosotros que se busca constantemente a partir del propio vientre, que mucho decir a la gente sin saber qué se dice ni por qué ha de decirse.
- Vivir es un vivir con los otros, para bien o para mal, normalmente es para esto último. No obstante, una vez instados en este laberinto que bien entiende de entresijos hemos de aceptarlo como el primer rayo del amanecer. Hemos de contar necesariamente con los demás, y mas si se trata de trazar un pensar, o de lo contrario, comenzar a temblar. Bien se aprende observando al rededor con juicio, las conductas ajenas nos enseñan cuán dispuestos estamos nosotros mismos a los más fugaces pecados. Aprendamos entonces, seamos lámparas que pretenden imitar la tenacidad del astro sol.
- Es equívoco de los doctos y eruditos centrarse en lo general sin aplicarlo a lo particular. El concepto y lo universal son tan útiles como esenciales si sirven de guía, pero vacuos sino se lo lleva al terreno de la práctica. No vana abstracción, lo viril es la aprehensión de los sucesos de la vida y su correcta dirección superior. Reniego de la simple veracidad, yo quiero la verdad que se tiene y que se usa tanto en lo más alto como en lo más bajo.
- Gran espíritu aquel que piensa con presteza, y además, todo parece salirle bien con el auxilio de su ingenio. Actúa sutilmente en la vida, se desliza entre los escollos, asciende pedregosas montañas y de los pesares hace motivo de fortaleza. Signo de delicadeza invisible tras la piel, en su interior habita un León ávido de dadivas.
- Evitar mostrar flaquezas al exterior, muchos se aprovechan de los puntos flacos y vulnerables para lanzar sus arrebatos de ira, o lo que es peor, arrollar en las espaldas. Ante el ataque inminente; buena coraza. Es raro el forajido sin su armadura, si se está lejos con más razón habrá que protegerse, los peores baches son los que aparecen por sorpresa y avivan pasiones que producen acumulación de errores. Por eso, mas vale una buena defensa que el manejo más diestro en armas.
- Guardarse las lágrimas en los momentos cumbres de la tristeza. Digno es crear charcos en rincones solitarios donde nadie se pueda atragantar con nuestras aguas. Es un acto egoísta el cargar con dolencias y quejas los oídos ajenos, que se encuentran muy distantes a la hora de comprendernos. Sólo una voz necesitas en los momentos de angustia; y es la tuya.
- Cuando los males le rodean a uno es preciso acudir al lecho a destiempo, aunque sea demasiado temprano para acostarse. Ocultarse tras la almohada nos protege de los monstruos que campan a sus anchas bajo formas humanas, ahí recogidos damos paso a la meditación y a la reflexión. En ocasiones durante los sueños volvemos a encontrarnos con aquellos demonios, es entonces cuando hemos de enfrentarlos y vencerlos, así cuando despertemos recuperaremos los ánimos. Para estar preparado para el mundo lo suyo será estar vencido uno mismo, de nada servirá hacer acto de galantería aquel que no ha advertido sus propios recovecos. Hay gentes atormentadas y otras atormentadoras, sea ambas cosas para sí mismo, pero nunca para el resto.
- Bien saben los que mucho conocen que hasta las sonrisas son limitadas, y más cuando se descubre la verdad. Al principio, cual pálida dama le encubre un sútil velo que cela sus atributos, pero en cuanto este se rompe y se muestra cuán molido se encuentra el cuerpo debido al sol que ha soportado cuando estaba en la interperie y el frío que le ha escarmentado en las noches donde había ausencia de mantas y harapos, se revela la crueldad de las mortales vivencias y a cuantos peligros estamos expuestos cada día. Mejor será conocer cuando se debe, y desconocer hasta que sea la hora propicia.
- Elige y decide con ceño y empeño, sé en los caminos diestro y ante los titubeos discreto. Es preciso equilibrar los lugares en los cuales esconderse para meditar, eso quiere decir: sazonar los escondrijos sin miedo y cuando fuere necesario, atemperar los ruidos y dar paso al silencio.
- Existe una moral interior, que siendo secreta advierte de manera intuitiva aquello que está bien o mal sin necesidad de un exceso de información. Contempla el devenir de los acontecimientos, haz que cesen las efímeras impresiones de un espíritu cautivo y acude a tus adentros. Allí podrás ver lo que es justo, humilde y bondadoso. Los demás ansían llevarnos por caminos difusos y sendas inciertas para que dejemos de percibir las cosas tal cual son, pero quién ha alimentado con sazón sus fueros internos sabe que ha de hacerse y dejarse para otros. A menudo nos atormentan con sucesos pasajeros, sin importancia, por ello tanto más valor tendrá uno cuando desarrolle por sí mismo la capacidad de recogerse y reflexionar desde las profundidades del yo que extrae las conclusiones de un mundo sumido en el delirio general y de lo perecedero.
- Los de altivo intelecto, rara vez lo muestran, más siempre lo demuestran en hechos haciendo de lo dicho facto. Hacen del artificio complejo una naturalidad que parece simpleza, cada gesto es un donaire de nobleza. Van directos, eligen y deciden según los acontecimientos y se rigen dependiendo de las circunstancias. Su prioridad es lo selecto, su ojo se declina a lo recto. Los pasos suyos representan las virtudes fundamentales, y los contrarios son los funestos vicios. Si no eres de tal calibre, observa y aprende, y si en cambio, esto te describe: Felicidades, has llegado a la cumbre.
- Ven, acude a mí tristeza, y dame aquello de lo que me privaste, haré con ello desvelos eternos. No despierto aún, duermo soñando en lo pensado que algún día será tormenta en medio del desierto. Hay que aprovechar la melancolía como fuente inagotable de inspiración, de las nostalgias crecen grandes palabras que permanecen mientras nosotros marchamos. Un corazón que late presto hasta detenerse acaba siendo el punto final de una frase que enternece, pasajera sí, pero siempre ferviente.
- Mantén los dolores en ti, y aguarda, que se convierten en ángeles resplandecientes. Tienen sus alas quebradas puesto que han volado demasiado; a la par negras y de un blanco resuelto, señal de osadía y valentía. No tardarán en caer en picado, sin embargo, aún mantienen su vuelo sincero.
- No lamentes las decaídas del pasado. Fuiste frágil y precipitado en un tiempo, reconocelo y será un salto adelantado. Ahora bien, no receles de un suceso en repetidas ocasiones rememorado en la mente. Es un fútil intento procurar remendarlo, se perdió, ya se fue lejos. Contén las lágrimas, se fuerte, y si débil únicamente hacía dentro y cuando nadie sea espectador de tu sufrimiento. Muchos se devanan los sesos en vano, nada consiguen con ello, excepto caer en excesos que rara vez curan. Las heridas siempre estarán ahí, en tu mano está que dejen de sangrar. Quedará una marca; el signo de la fortaleza, de un obstáculo pesado que ha sido superado, se ha pasado por encima del bache y ahora se andan caminos distintos. Atraviesa con la espada lo desdicho, motivo de alegría que hace cuerpo en una sonrisa es el haber hecho de las desdichas un buen decoro para el recuerdo.
- Es desaire de muchos acogerse a la vulgaridad común como única escapatoria. Han perdido tanto por tan poco que se han vuelto esclavos no ya de sí mismos, sino de lo peor del resto. Van de un lado para otro, desconociendo de personalidad propia. Y cuando les preguntan: "¿Quién eres?" se limitan a responder: "Lo que dicen los otros..." Prosiguen sus pasos sin rumbo, según el capricho del viento y los murmuros ajenos. Cuando llegue el final, mirarán sus manos y las encontrarán vacías, excepto por unos fragmentos de polvo que se irán en cuanto aparezca nueva moda. Así como la nieve del invierno se retira, así lo serán también sus vidas.
- Desapasionarse es obligación cuando se tuerce el sino, los designios campan a sus anchas, y cuando menos uno espera, se torna caprichoso. Uno se construye lo que es en base a una naturaleza determinada que va moldeando según las circunstancias, a esto segundo es lo que se conoce como artificio. Ambas vertientes no son contradictorias, pueden ayudarse mutuamente si se admite la primacía de la natura y su correspondencia con el arte. Se hacen y se deshacen, y en ocasiones llegan a abrazarse
- Mira en el espejo y aspira la perfección a la que nunca se llega. Inspecciona, y halla semblante sin tacha, que fragante cruza los ideales con la querencia de hacerse reales. Un imposible que quiere ser posible ¿Cómo? Descubre en la acción lo que es tu obligación particular contigo y con los otros.
- El concepto se transmite en el dialecto, y de allí la palabra se hace obra. No es cuestión de magia, es el hacerse continuamente elevándose a una infinitud nunca alcanzada. Aquí, allí y allá; en todas partes está. Atiende con todos los sentidos, y haz del intelecto un órgano de entereza aplicada. Vacuas teorías se sueltan al aire sin pensarlas, y en cuanto caen; aplastan. Se esperan, además, que se recojan según se dicen por el ámbito de la imaginación y cada uno interpreta lo que quisiere. Olvida estas ignorancias tan comunes como nefastas, y fórjate tus armas en base a tu indumentaria. Ya tienes la armadura siempre dispuesta, ve añadiendo los complementos según vayan surgiendo los acontecimientos, que el ser de uno es rehacerse constantemente.
- Sal de vez en cuando de tus escondrijos usuales, y átrevete a campear el gusto siguiendo tus inclinaciones. Es díficil puesto que los gustos excelentes -que son a su vez los singulares- pocas veces suelen ser estimados, y así uno se encontrará con mas desdichas que risas. Bueno es arriesgarse, se aprende de la experiencia para llegar a casa conociendo los designios fatales.
- El desamparo ha de partirse por partes para sancionarse y descubrir cuales fueron los males agravantes, se separan unos de otros diferenciándose en la escala de los dolores ¡Gran montaña del sufrimiento y de los pasos mal dados se nos forman si hacemos lo contrario! Desdoro es no cuidar en la enfermedad, pero aún mas penuria lo es negarse a recordar cual fue su origen. Depende del ambiente donde se haya nutrido nuestro mal, habrá que cortar a pedazos o regar a retazos.
- Todo lo que nace para mí suele morir al poco. Tan efímeras son las cosas en esta vida, que basta quererlas para que se alejen rápido. Es amar, y el viento del mar echa hacía atrás todo lo vívido; es el recuerdo que nos hace daño. Quisiéramos olvidar, pero para eso no nos basta ni la mayor de las maestrías, se nos escapan las lágrimas sin buscarlas ¿Qué hacer entonces? Esperar, ejercitar y dejar estar.
- Escucha todas las voces aunque no a todas puedas acompañarlas. Cada música entiende de una melodía propicia y de un ritmo acostumbrado, no quieras confundir flautas con violines. Aún tomando esto en cuenta, no te desencantes en demasía en cuanto descubras que no todos los sones son iguales. El tuyo es presto, y el otro es alegro; bien es cierto que no son semejantes, pero por separado pueden resultar parecidos. Unos gritan, otros chillan, muchos hablan por hablar y unos pocos proliferan palabras consecuentemente. Se de los últimos, y añádele aplicación práctica.
- Los vértigos amorosos son ilusorios. No obstante, para nuestra experiencia inmediata son tan reales como la sangre que circula por nuestras venas. Tampoco hemos de evitarlos, observarlos bien a tiento. Y cuando las imágenes oníricas se calmen, alejarnos cuanto pudiéramos. Si el corazón duele, imagina el cuerpo entero.
- Buen arte es el callar cuando se debe, hay palabras que mejor no se profieren. Varíos místicos neoplatónicos y algún que otro teólogo considera que el silencio resulta el saber sobre la divinidad, pocas cosas nos comunican lo sagrado como la ausencia de sonido; el no-ser. Muchos, en cambio, lo tienen de natural, es toda una ventaja tener conversaciones con ellos mediante miradas, y otros, han de ejercitarse mediante la industria, que aprendan de los primeros.
- Nuestros engaños suelen proceder no tanto de sí mismos, como del valor que nosotros les brindamos. Subestimamos en demasía cosas varias, viendo las cosas bajo ojos veladores las idealizamos. Mejor será el partir del desengaño para estar advertido, y si al final no todo es tan malo nos llevaremos una alegría. Adventicia prudencia de los ingeniosos que advierte a destiempo en lo que al futuro se refiere. Mira las brumas; se expanden, ya las conoces. Parte de las sombras y aprende a emprender camino hacía la luz, aquella inextinguible en los peores tiempos.
- El vulgo todo lo mirará con malos ojos, y sobre todo lo que más brilla debido a la envidia. Al igual ocurre con aquel que tiene mal sabor de boca ya de por sí, aunque coma y beba manjares suculentos todas las cosas le sabrán amargas ¡Y encima con desdicha y enfado proclaman censuras contra todo matiz áureo! Ante esta furia plebeya solamente queda recatarse en ciertas ocasiones dejando los diamantes en los interiores, y en tantas otras que sean pernicientes y no quede nada por perder, lanzar fulgores que provienen de los adentros.
- Tener fe, no caer en los abismos dubitativos. Ante todo, lo suyo es agarrar la creencia con firmeza y seguir, dejarse ir y continuar a pesar de los vientos tempestuosos, y quizás sea sobre todo debido al peligro por lo que la fe viva ha de ir creciente, más allá de los horizontes en el crepúsculo.
- ¡Oh, alma mía! La vida
se termina, pero, no obstante, ningún último punto nos ha de resultar
completamente terminante. Con los ojos vemos perecer, y con la mente podremos
hacer a las letras renacer. A pesar de que las letras caídas culminen, no te
deprimas inútilmente, siempre podrás cuando el corazón te lo indique volver a
comenzar de nuevo. Es cierto que perecemos, más jamás olvidemos que nos queda
la eternidad.
Fin de los aforismos morales y de sobrevivencia por ahora.