- Recuerdos agradables del pasado
se hacen amargos con el paso
de los años hasta culminar
en un presente desesperado.
Caminan los amantes de antaño
ahora convertidos en un matrimonio
desdichado, con un par de hijos
que aunque amados, son fuente de desgracias
Lloramos cuando deslizamos
nuestra mirada hacía atrás,
hacía aquellos acantilados escarpados,
y no porque su subida haya sido penosa,
sino porque su bajada fue demasiado
veloz, y cuando vamos cayendo
sin pararnos pensamos cuán hermosas
eran las vistas desde las alturas.
Ahora ya viejos y arrepentidos
de no haber gozado de aquel suculento
sabor como se merecía, de habernos
quejado por minucias en demasía,
volvemos la vista atrás con lágrimas
en los ojos y con una sonrisa resignada
que cuando es vista por los viandantes
suele ser malinterpretada.
A veces, sufrimos por mero gusto al dolor.
Nos regocijamos en la problematicidad
de una trágica fantasía cuyo drama
reside en la estupidez humana.
No en vano, muchos justo en el instante
previo a la muerte repasan varias veces
aquella escena en apariencia simple
donde sonreían siendo unos meros aprendices.
- La senda del maldito suele ser
bastante solitaria, y aunque en compañía,
esta no destierra del todo esa desolación
porque habita en el interior.
Los caminos son vastos, recónditos
a las veces y cargados de misterios,
mas aún con ello no dejan de ser
repetitivos, con los mismos enigmas.
Se trata de trazar líneas sobre espacios
que ya fueron marcados de antemano,
idénticos despliegues se dividen
sobre las mismas rotondas y desaires.
Dubitativo, pienso en lo anodino
de este sufrimiento que me tiene preso
en las cárceles de antaño, tan sólo
bautizadas con nuevos grilletes.
Viejas heridas vuelven a abrirse
bajo el sello de nuevos juramentos,
destinos entrelazados por promesas
que irrevocablemente retornan a romperse.
Escucho un sonsonete atrofiado
de tanto sublevarse, y grito
para que esta tristeza que se cierne
conozca de algún tipo de sentido.
Siempre contemplo los mismos rostros
cuyos semblantes siendo diversos
reproducen esas extrañas muecas
que por hipertrofía no identifico.
Aquel rechazo creo haberlo visto
reflejado en alguna parte, pudiera ser
que fuera en los espejos rotos
de los que acuden a la ciudad de los pérdidos.
Ya no siento nada, sólo esa carencia
afectiva que olvidó su rima
cual el poema inacabado escrito
por un ángel caído que nadie ha llamado.
- Cuando perezca el viento seguirá
arreciando igual, del mismo modo
irá llevando hojas y recuerdos
a los mismos abandonados derroteros.
Cuando perezca las viejas canciones
continuarán sonando tal y como
lo hicieron antaño, y quienes las escuchen
proseguirán con idénticos llantos.
Cuando perezca el sol y la luna retornarán
con su pugna ancestral, en secreto
idilio romántico, buscándose y evitándose
cual amantes y sus rencores
Cuando perezca en los campos
hierbas y matojos se sucederán
en una cadena que se retroalimenta,
adornando lindes y caminos.
Cuando perezca todas las personas
proseguirán con sus vidas, yendo aquí
y allá sin cesar, desconociendo el por qué
de sus ilusiones y tristezas.
Cuando perezca...
- La tristeza es una lágrima
que se esconde debajo de la piel,
se acumula bajo nuestras mejillas
y cuando ya no lo soporta más,
se dilata en el foso interno.
La siento como una caricia,
un recordatorio de la aciaga melancolía
que se desliza en aquella temida
despedida, es una mano rolliza
que nunca pasa desapercibida.
Incluso cuando pretendemos
ignorar su insistente presencia,
nos vemos irrevocablemente llamados
a su expectación, a posar los ojos
allí donde los demas no ven nada.
Contemplo a través de la ventana
un paisaje evolutivo, mas cuando
atenúo mi vista vislumbro mi propio
semblante, y justo ahí bajo mi piel,
hay una lágrima latente que se sostiene.
- Cuando es de noche, salgo para fundir
mis pensamientos en su negrura
insondable. Alzo mi vista y observo
un horizonte de color azul marino,
un páramo celestial plagado de estrellas.
Me embarga una tristeza innúmera,
de la que no sabría sondear su contenido.
Se trata de una melancolía sin razón,
una inconsciencia del dolor
que me produce espasmos y temblores.
Por eso, mantengo mi mirada
en dirección al cielo para olvidarme
de mis tribulaciones egoístas
y vislumbrar un todo único, absoluto,
que haga desvanecer mi yo sensible.
Es cierto que me embriago
con un ideal de belleza que se encarna
en un paisaje que carece de particulares,
mas a menudo estos replandores
fosforecentes me hacen recordar
mi propia míseria. Siento sus parpadeos
cual insospechados guiños, su mutar
una suerte de confidencia callada
y su permanencia un recordatorio
de mi estremecimiento involuntario.
Quisiera plegar mi alma sobre la luna,
danzar a su al rededor como un hado
sombrío, y al perecer, ser lo mismo
que aquel todo abandonado de los ojos
de unos cuantos mortales desdichados.
Mas todo ello son fantasías,
divagaciones de un loco solitario.
Al final, sólo queda aquel silencio
sólo interrumpido a las veces
por el aliento primigenio, y el susurro de algún dios.
- Estoy fumando en la calle,
mirando desinteresado el paso
de los transeúntes. Todos parecen
carentes de alma, jarrones vacíos.
Inamovible, clavado en mi sitio,
espero un acontecimiento pasajero
de aquellos que aún efímeros
permanecen encerrados en la memoria.
Hasta el humo que se expulsa
por mi boca entreabierta se ha permeado
con la tristeza que este espirítu solitario
alienta desde largos años pasados.
Todo momento se sucede
encadenándose en una serie de instantes
desvanecidos cuales fotogramas
expulsados de unas viejas cajas llenas de polvo.
Demasiado melancólico para hablar
tiendo a considerar al silencio
un nuevo tipo de lenguaje,
y a las bocanadas de tabaco meras exclamaciones.
- Sentado en un banco de carcomida
madera, exhalo y expulso humo
proveniente del majestuoso ducado
que cuelga pendiente de mis labios.
Mientras un humo nebuloso discurre
ante mis ojos, contemplo el transcurrir
de los seres siempre igualmente
repetitivo, animado por un resorte.
Desde los más pequeños a los más grandes, todos parecen insuflados
por una escasa llama azulada
que les permite vivir a penas.
Las hojas casi marrones se dejan
arrastrar por el embravecido viento,
diversas cajas abandonadas en la calle
se tambalean a las veces por contrapeso,
Hombres ociosos como yo fuman en soledad, mujeres andan en compañía,
los niños lanzan pelotas por todos los sitios y los ancianos les miran con mal ceño
Al principio creía comprenderlo todo,
pensaba que todo eran razones
concretadas en cosas, pero cuanto más
observo menos entiendo del espectáculo
Uno podría considerar que los seres
se desplazan por mero instinto,
o en su defecto, lo hacen por causas
que persiguen diversos efectos.
Mas en realidad, no hay nada de eso.
El conjunto, lo esencial, se reduce
a vacuidad. La vida en general
son secuencias desordenadas.
Los vivos son muertos movientes,
y los muertos vivos recordados.
Mis ojos son lo que ven, y mi mente
es lo que antes vió y después verá.
El estar sentado fumando, aquí ahora mismo será un poema que compondré
de pie, y los versos que serán leídos
la sombra de un muerto y sus recuerdos.
- En el silencio de la noche medito,
y entrando en mí mismo encuentro
diálogo con los espíritus, los cuales
gozan de revolotear a mi al rededor
lanzando extrañas exclamaciones.
Yo siempre les digo lo mismo,
que los entiendo a la perfección
porque aún vivo, encerrado en el cuerpo,
camino entre mis semejantes
como si fuera uno de ellos.
Rara vez hablo, y también como ellos,
me comunico con calladas señales
que lanzo en aras de un ideal
indefinido, pues las palabras habladas
siempre son traidoras en su mensaje.
Mejor fuera que todo el mundo
adquiriese la virtud de la mudez,
que al verse se supiese cual es
la verdad que encierran las montañas
y cual el misterio del devenir marítimo.
Quiero ser esa roca desafiante
puesta por azar en la mitad del camino,
la lluvia que pilla repentina a los viajeros
y aquel símbolo del cuervo
cuando se posa en los ventanales de los amantes.
Danzar como andar, suspirar como gritar,
lanzar ese verso que dura un segundo
y deslizar mi castigo por los senderos
descubriendo la salvación
que se encuentra al caer del abismo.
Deseo cantar sin melodía, pasear
siendo sombra y volar en el descenso.
Sólo así podría afirmar rotundamente
que el miedo es una mera advertencia
y la valentía su secreto cómplice.
Si todo ello se cumpliera mas allá
de la metáfora sin rima que encierra
una sentencia bien dicha, pudiera
soñar con un paraíso que no requiera
de una única doctrina.
Pero cuando los espíritus que me acompañan me escuchan decir
sin hablar todas estas cosas, tienden
a despedirse antes de tiempo, quizás
para indicarme que pronto seré como ellos.
- Cuando pensamos en Dios, alzamos
la mirada porque lo imaginamos inmenso,
escondido en el cielo estrellado.
Cuando lo hacemos en el demonio,
la bajamos a un suelo pantanoso
porque nos recuerda a nuestras faltas.
Fabulando con el bien, vislumbramos
una grandeza celestial cuyo resplandor
es tan intenso que entornamos los ojos.
Fantaseando con el mal, nos quedamos
ciegos porque en un pozo tan profundo
sólo nos queda oscuridad e ignorancia.
Mas yo sueño con ambas esferas
aunadas en una sola donde aquello
que reluce se reconcilia con lo sombrío,
donde lo Absoluto sabe y siente
que lo bueno y lo malo es en nosotros
un todo único que conforma aquel
universal concretado en nosotros siendo niños.
- Es la vida un sueño que participa
de las ilusiones que nosotros mismos
vamos proyectando, que se alimentan
de suspiros lanzados al azar sobre
abismos insontables que no logramos alcanzar.
Es la muerte el despertar de aquel
tumultoso impulso onírico, y su sensación
se asemeja a cuando nos despertamos
en la vida ordinaria, comprendiendo
todo aquello que parecía desordenado en el sueño.
Cuando despertamos de la vida
en la muerte, hay una trompeta
encendida que clama al entendimiento
para que conozca cual es la auténtica
verdad y la fantasía del orden racional.
Se desparraman las imágenes ilusorias
de cuanto creímos certero, mas ahora
en vez de llorar como algunos hacen
en el lecho de la muerte al irse,
reímos al darnos cuenta de nuestra ingenuidad.
Noche y día se entremezclan,
oscuridad y luminosidad se intercalan,
y nace una sensación sin sensaciones,
una comprensión sin entendimientos
que nos hace unificar lo disperso.
También los sufrimientos se convierten
en anécdotas, las carcajadas cotidianas
en chistes malos y nuestros pasos por
el mundo meros aleteos ante una
elevación de mariposa que es superior.
Esta es la sabiduría secreta, el gran
misterio que profirió un anciano
tan viejo que todos han olvidado
su nombre, pero que cuando perecemos
todos reconocemos sin sentidos ni razones.
- Quién solitario detiene los ojos
ante lo extraordinario que encubre
lo aparentemente anodido descubre
una llama que se enciende,
que se inflama en su pecho cual pira
desfalleciente y que parece llamar
a gritos algo que superándole,
le sobrecoge.
No en vano, intenta acallar
aquello que es imposible contener
en el hueco colmado del que nace
la conciencia de saber y de sentir,
que allí donde desliza su mirada
es resultado de un vacío que todavía
no ha recibido el cobijo de la luz
replandeciente que no espera
ser nombrada.
Por eso, su aparición
siempre causa una mezcla de extrañeza
y miedo, una balanza que juega
con el asombro y el desasosiego,
amargo aún siendo dulce,
milagroso pese a ser aciago,
y cuyo final siempre da como resultado
aquello que desde un principio
fue, será y es.
Busca sin objetivo, deslizate obviando
el resultado ante el cual todos asienten
cuando anteriormente lo habían negado,
porque no hay nada más real y patente
como esa visión sin ver que acontece
allí donde muerte y vida se confunden,
donde se troncan todos los pares
para dar un nacimiento que perece
a la luz apagada.
- Damos pasos inciertos que se conducen
a un ignoto final que nos parece
brumoso por lo incierto del túnel.
Profetas y otros sabios nos dicen
que más bien se trata de glamorosa
luz que invoca a los espíritus benéficos
a los píos y demonios monstruosos
a quienes extraviaron el camino.
Mas ello hace a los ignorantes recaer
en el vacío, y a los inteligentes
dudar todavía más acerca de su porvenir.
Es una visión con la que nacemos
pero que olvidamos, un recuerdo
que acude a veces doblegándonos
moralmente, donde hemos de tomar
una decisión durante la mundanal vida
¡Ojalá fuera tan sencillo!
No es tan fácil como optar por una
de las caras de la moneda, en tanto
que hay en cada uno de nosotros
algo de esa luz y de esa sombra
que oscila como la llama de una vela
a veces de un amarillo marcado
y otras tanto azulada y humeante.
Sé de mi fragilidad, de ese ritmo titubeante que es tan imprevisible
cual monzón repentino en el bosque.
Pero no, no quiero ser de los desechados,
de los perdidos cuyo designio
es una taza de café agrietada.
Aún en la oscuridad, quisiera caminar
en la vía iluminada, en aquella habitada
por hombres y mujeres ilustres, poder
sentarme a su al rededor en circulo
aunque no lo merezca demasiado.
Y pese a que en mi senda se encuentran
demasiados desvíos, que al final del todo
un sentido único y elevado me lleve allí
donde los jardines están coronados.
- Desde los tronos de los cielos
los ángeles me dicen con voz risonante
que mis versos les parecen demasiado
depresivos, cargados de melancolía.
En un principio mudo, mas luego
meditativo doy vueltas a sus palabras
con cierta perplejidad interna,
y con un callado temblor de labios.
No era mi pretensión el causar negativa
conmoción con mis poemas a aquellos
reinos celestiales, cargados siempre
de trompetas y secretas danzas.
Todo lo contrario, quisiera que el canto
que encubre mi poesía fuera un tributo
a aquellos velados habitantes
que protegen a un Dios oculto.
Cuando lanzo exclamaciones a los cielos
es para que estos me recuerden
del mismo modo que yo porto en mí
esa chispa celestial inspiradora.
La escasa fuerza de mis palabras
no es otra cosa que un hálito divino
un tanto desinflado, titubeante
entre las cárceles del alma.
Pero imagino que lo que se interpreta
como alabanza aquí en la tierra
para los ojos elevados se trata mas bien
de algo tan nímio que resulta triste.
- Esta tristeza tan mía juega
con consumirme lentamente
en una descomunal pira de fuego.
Tan ardiendo siento las venas
que el aire que entra sólo sirve
para avivar las llamas interiores.
No me queda otra que permanecer
en quietud, esperando lo inevitable
hasta mi desvanecimiento corporal.
Hasta que cada fragmento material
se evapore en una suerte de sustancia
que siendo espiritual se eleve.
Sé que una actitud de tal talante
sólo propiciará escrutadoras miradas
entre mis semejantes, que interpretarán
mi permanencia parada cual
conformismo irremediable.
Pero no es así. Esta es la posición
de alguien que aunque ignorante
comprende el paso efímero de toda cosa,
y que por mucho movimiento que haya,
todo acabará siendo lo mismo.
- Soy sombra que busca la luz,
cuervo amante de los amaneceres,
insecto de retorno a la madriguera,
luna que espera su encuentro en el día.
Se apagan los farores, la calle se muestra
desierta y quienes toman la vía noctuna
saben que su paseo es sólo una vuelta
cuya meta parece ser incierta.
Pero la esperanza sigue latente,
es una promesa que nadie pronunció
mas que todos saben que debe
cumplirse por señales en el cielo.
Ya esta noche representa un velo
que será rasgado una vez que se cumpla
el signo que fue esculpido sobre piedra
sagrada, noticia de sabios de antaño.
No hay que temer del azar, y menos aún
de los callejones interrumpidos
por oscuros presagios, anunciadores
de los infiernos amonestadores.
El caminante ha de mantener con espíritu
onírico ese estigma producido antes
de su propia creación, y que con un obrar
que es su mero deambular le libera.
Todo el mundo nocturno es un incierto
tránsito que reconoce lo lúminico
cuando todas las puertas estén cerradas
y sólo la más lejana de ellas se abra.
Entonces, todo capricho, todo paso
deviniente hallará la estabilidad pura
en el encaminarse hacía la vereda
donde sol y luna sean un Uno perfecto.
Soy sombra que busca la luz,
cuervo amante de los amaneceres,
insecto de retorno a la madriguera,
luna que espera su encuentro en el día.
- Andamos perdidos buscando
una verdad de la que no sabemos
con seguridad si atraparemos
con nuestras manos, o se irá
desvaneciendo con nuestra cercanía.
A veces creo vislumbrarla a través
de millares de velos dispersos
encadenados por unas extrañas fibras,
que al contacto con la vista,
se dispersan y aumentan por doquier.
Nuestra vista es imperfecta, el intelecto
vano a la hora de intentar captar
aquello que es absoluto en toda
su integridad, como mucho nos otorga
atisbos que en las noches se trueca en imaginaciones
Fantasías y sueños se intercalan
con razón y pasión dando por nacimiento
un ser amorfo cuya única intención
es alcanzar lo verdaderamente bello
escondido en una amapola que está muy sola
Caminado, atravesando el campo
sólo observo hierbas disecadas
y algún que otro canto lejano
proveniente de una melodiosa voz
que cada vez parece más perteneciente al recuerdo.
¿Cual es la causa de tanta tristeza?
¿Por qué los colores se tornan grisáceos?
¿Qué ocurre cuando el sol se esconde?
Misterios todos que sólo conducen
hacía otros enigmas indescifrables.
Prefiero el silencio, la meditación
prolongada, la oración infinita
en vías de esa unión tras la cual
todo y nada acaban sumidos
en aquel cometa que se estrella.
- Atravesando páramos desiertos
alzo la mirada hacía los cielos,
y no puedo evitar titubear
una pregunta en forma de un ¿Por qué?
Sudando sin cesar durante el día,
temblando sin evitarlo a las noches,
creo escrutar en las alturas
una señal que no logro descifrar.
Pero cuando los vientos soplan
con frenesí, provocando el desplazarse
de inmensas nubes, comienza
la que será tu tormenta.
Y entre relámpagos y estruendos
creo poder observar un semblante
que está oculto para ojos humanos,
y me indica la pureza de la muerte.
Me oculto en una cueva que se encuentra
en los más lejanos bosques, y ahí
dejo pasar el fingimiento que es el tiempo
en completa oscuridad e ignorancia,
y cuando un leve de rayo de luz se filtra
entre las grietas, sigo su recorrido
con los ojos del corazón descubriendo
que este conduce a ninguna parte.
Pero cuando los vientos soplan
con frenesí, provocando el desplazarse
de inmensas nubes, comienza
la que será tu tormenta.
Y entre relámpagos y estruendos
creo poder observar un semblante
que está oculto para ojos humanos,
y me indica la pureza de la muerte.
En sueños me contemplo a mí mismo
escalando a través de innúmeros
peldaños, y a pesar de dedicar todos
mis esfuerzos me quedo en el mismo instante.
Así que finalmente opto por parar,
me detengo en el último escalón
que pisé para descubrir que ya había
llegado hacía donde nadie sabe.
Pero cuando los vientos soplan
con frenesí, provocando el desplazarse
de inmensas nubes, comienza
la que será tu tormenta.
Y entre relámpagos y estruendos
creo poder observar un semblante
que está oculto para ojos humanos,
y me indica la pureza de la muerte.
Desde los rascacielos se puede ver
muchas hormigas recorriendo
los centenares de montículos
que ellas mismas construyeron,
mas yo no quiero ser una de ellas,
y por ello fantaseo con la idea
de poner fin a la eterna construcción
lanzándome al núcleo del adios.
Pero cuando los vientos soplan
con frenesí, provocando el desplazarse
de inmensas nubes, comienza
la que será tu tormenta.
Y entre relámpagos y estruendos
creo poder observar un semblante
que está oculto para ojos humanos,
y me indica la pureza de la muerte.
- Cierro los ojos, silencio mis oidos.
Ceso de hablar, tapono mi olfato.
El pensamiento se detiene, las sensaciones se evaporan.
Sólo busco el detenerse de las impresiones.
Sello mis párpados, clausuro mis orejas.
Coso mi boca, me arranco la nariz.
La mente se cierra, el tacto ya no es nada.
Sólo ansío la quietud de las imagenes.
Me quedo ciego, también sordo.
Mudo sin palabras, perdidos los olores.
La cabeza vacía, los dedos quebrados.
Sólo voy tras el vacío.
La oscuridad alivia, el silencio comunica.
Imposible describir la cárcel del alma
donde la presencia es mera utopía.
Después del viaje, ya no queda nada...
- Me encuentro perdido desde hace
ya largo tiempo. Imagino que fuí
caminando desde un punto incierto
llegando a estas sendas que no reconozco. He olvidado hasta
mi nombre, no sé de donde provengo
ni por qué escribo lo que está
aquí impreso. Tampoco sé la razón
de usar de estos simbolos
para comunicar un mensaje tan oscuro,
tan desconocido para mí desde su origen.
Quizás hasta olvide por qué una palabra
con otra hace un sentido que se proyecta
como luminarias lejanas, en mi caso
todos estos sentimientos son cuales
estelas en el cielo que se desvanecen
nada más nacer y cuyo propósito
se deshace del mismo modo que
se formaron. Soy ya materia sin conciencia, ficha perdida del destino, movimiento tremulo que otro hizo por mí,
capricho de deidades aburrridas...
Sigo una sucesión de instantes
que fueron decididos por algo
que me sobrepasa, puede que tal sea
mi única certeza a la par que el saberme
un desconocedor nato que desde
hace muchos años no entiende nada.
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