A menudo, llegan hasta mí ciertas voces. Voces que comunican lo que a veces resulta incomunicable. No se trata de que sufra de esquizofrenía, o de algún tipo de paranoia de la mente. Aún no estoy del todo loco, creo. Es mas bien, algo similar sin llegar a ser tan imponente como lo que menciona Mo Yan en el epílogo de su obra "El súplicio del aroma de sándalo". Se trata, pues, de ciertas voces que se instauran en mi mente, y que mediante la inspiración, dan luz a pequeñas obras, retazos de lo que pudo ser, y que ahora, es. Como decía, no se trata de meras paranoias psicologicas. Una paranoia es, por ejemplo, lo que me pasa en ocasiones cuando me quedo contemplando a mi perro Babú. Cuando pienso que este mismo compañero podría ser yo en una vida futura, y que, si así fuera, tras la muerte podría observarme a mí mismo en el pasado pero siendo un perro cuyo nombre sería Babú. Mas que, como los perros no tienen lenguaje humano, jamás podría revelar esta verdad a mi yo del pasado. Quizás por eso Babú a veces se me queda mirándome con esos ojos vidriosos tan sensibles y hasta humanos, como si quisiera decirme algo, algo que yo no puedo comprender del todo, y que él tampoco puede transmitirme como quisiera.
Pero, dejando esto de lado para seguir con el tema de las voces, como apuntaba, estas no son algo así como una enfermedad mental, ya que tampoco resuenan en mi cabeza ni las oigo en el mundo exterior. Son, mas bien, unas voces interiores que me revelan algunas cosas sobre la existencia en general a partir de ciertas experiencias o visiones particulares, y con las que puedo o no empatizar dependiendo del eco que resuena después de cada manifestación. Me cuentan cosas, mas no necesariamente con palabras. Tampoco son como tal imagenes, pero sí podrían verse como un plano que si se auna puede formar imagenes, como así palabras que describen esas mismas imagenes como la pintura sobre el lienzo. Yo pongo las palabras, las voces son sensaciones. Ellas aparecen, y yo las atrapo para luego expulsarlas bajo mi filtro y un poco decoradas para que se parezcan mas o menos a lo que se suele tener por arte, o al menos, un intento del mismo.
En esta ocasión, he decidido agrupar estas voces cual un diamante en bruto. Es decir, sin pulir ni retocar. Tal y como han venido a mí, las he integrado en mi filtro interno, y sólo he volcado la figuración en palabras sin ceñirme ni a la razón -entendida como un orden, o estructura- ni al gusto estético -entendido como la belleza literaria- Son tres. Aquí están en su forma mas prímitiva, pese a que parezcan carentes tanto de sentido como de decoro. Puede que alguno pueda encontrar sin querer alguna de estas cosas, mas yo, el autor -o debería decir el transcriptor del mensaje- no encuentro nada de eso.
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Me encuentro de camino a mi trabajo. Voy como cada día al mismo dichoso trabajo. Y como cada día, me pregunto cual es el sentido de acudir todos los días al mismo trabajo. No añade ningún sentido a mi vida el tener que ir al trabajo, y encima, me aburre. Ya me aburre el mero camino al trabajo, pues mas me aburrirá cuando ya llegue al odioso trabajo. Pero no sólo no encuentro sentido, y a su vez, me aburre el ir al trabajo, también mi vida en general es un sinsentido aburrido. Gracias al trabajo ese absurdo sinsentido anodino es peor aún. Mas no es sólo por eso, por la maldita rutina de ir todos los días al trabajo, también es por la manera en la que siempre me he movido por lo que he destrozado mi vida en general hasta tal punto que mi nímia existencia se ha reducido a ir a la mierda de mi trabajo. Al final, he conseguido que todo se reduzca a eso, a ir al trabajo, el camino de ida y vuelta, y nada más. Pero sí, hay todavía mas. Hay mas cosas que hacen de mi vida un verdadero hastío, una pocilga en la que yo mismo me he metido. Es mas, para ser precisos, realmente toda mi vida es un enorme vertedero apestoso y carente de todo sentido y hasta de satisfacción. No hay diversión alguna cuando vas todos los días al mismo jodido sitio, y que cuando llegas a tu casa, tu mujer te pone la misma cara de mierda de todos los días, y tus hijos no paran de pedirte cosas, caprichos para que luego ellos follen como ninfómanos y se droguen con la sangre de tus venas y el sudor de tu frente. Mi mujer, encima, cada día tiene mas barriga, las tetas caídas y cara de morsa. Y aún con esas pintas asquerosas, no es ni capaz de agacharse para chuparmela ni ponerse a cuatro patas como una perra. Así, al menos, podría tener una mera satisfacción carnal en esta vida. No hace nada de eso porque me tiene asco, estoy seguro. Yo estoy medio calvo, con una barriga cervecera y con un miembro que pronto se me va a quedar en la mano. Muchos dirán que entonces no tengo de qué quejarme. Y yo me cago en todos los que me digan eso, porque me da igual su opinión. Mi mujer es una puta, una asquerosa repugnante que seguro que tiene un amante mas joven. Por eso no se abre de piernas, ni finge tener orgasmos. Y de mientras mi hijo es un gilipollas, se pasa toda la vida deprimido porque no encuentra un sentido a su existencia. Yo tampoco lo encuentro, y aquí estoy, aguantando con todo, con ganas de vomitar todos los días de camino al trabajo, queriendo abrirme la tráquea cada vez que veo a mi jefe y con un pene mas duro que el hierro que algún día se me va a caer con peso. Pero, a pesar de todo, aquí estoy joder. Me cago en todo, mas aquí sigo maldita sea. Dejad de quejaros todos que teneís una vida muy cómoda. Sólo yo estoy jodido, sólo mis problemas merecen tomarse en consideración, sólo yo estoy soportando todo para nada, sólo a mí no se me agradece nada de lo que hago... Algún día os daréis cuenta, aunque para entonces, yo ya habré muerto. Y en ese momento, caeréis en la cuenta de vuestra tontería, vaya que sí que lo haréis. Y ahora, de nuevo, al odioso trabajo de los cojones. Ya estoy llegando al aparcamiento de la empresa. Otra vez, como cada maldito día...
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Odio esta casa. Y odiandola, la cuido como si fuese una zorra herida. La limpio, la mantengo, me aseguro de que todo esté impoluto, aún con todo este odio que siento. Soy una esclava de esta casa, de mi familia, e incluso de mis amigos. Con la excusa de ser una ama de casa, de ese supuesto instinto maternal, todos se aprovechan de mí y de mis cuidados. Sobre todo esta casa, a la que no soporto y que me tiene esclavizada. La odio, la odio mucho. Ojalá todo saliese ardiendo, y así no tendría que ocuparme de ella. Es mas, deseo que salga ardiendo con mi familia dentro. Así tampoco tendría que cuidarlos a todos ellos. Los odio, los odio tanto como odio a esta casa. A mí marido el primero porque es un maldito y asqueroso cerdo que sólo sabe pensar en follar con esa picha llena de grasa asquerosa. Que se busque una fulana si es que no la tiene ya, una guarra que aguante tener ese trozo de carne podrida dentro. Porque yo no, yo paso porque le odio como odio toda mi vida desde que vivo en esta casa. En lo que respecta a mi hijo, cierto es que mas que odio, tengo indiferencia hacía él. Seguro que se pasa la vida viendo porno, y aprovechandose de las putas de sus amigas cuando están borrachas. Se parece tanto al golfo de su padre... Ahora que lo pienso, claro que le odio porque se parece al imbécil de su padre. Cada vez que le veo me dan unos retortijones horribles, y cuando voy al baño y cago, me doy cuenta de que tengo diarrea. Puag, qué repugnante es todo... Ya estoy cansada de seguir así, de este odio por la casa y por todos los miembros de esta familia. Pues, ¿Sabeís qué? Ya no me voy a ocupar de la casa más, ya no voy a limpiar ni una porquería mas. Porque mientras el cerdo de mi marido y el depravado de mi hijo se dedican a ensuciar todo como si ellos mismos fueran un par de bolas de basura, yo me paso el día agachada, subiendo y bajando, yendo de aquí para allá, como una criada sumisa. Y no, esto no es la descripción de una noche pasional precisamente. Todo lo contrario, es el reflejo se lo anodina que es mi vida. Hace ya largos años que no mojo por nada. Si no me entusiasmo por nada ¿Cómo voy a estar activa sexualmente con esa bola de sebo que es el idiota de mi marido? Me da asco, me da asco porque le odio con toda mi alma -si esta no se ha marchado de mi cuerpo ya- Pero ya está bien, se acabó. No voy a aguantar esto mas. A partir de ahora, voy a hacer lo que me venga en gana, como hacen todos. No voy a ser yo una virgen ángelical, mientras todos ellos son unos demonios que campan a sus anchas haciendo lo que les sale de su sucio nabo. No, basta ya de tanta gilipollez gratuita. Seré libre. Libre para hacer lo que me salga de la perla. Y me da igual lo que digan otros que se creen inteligentes sobre la libertad. Para mí libertad es hacer lo que yo quiera. Ya está, y punto, se acabó...
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Mi vida se me hace insoportable. No aguanto mas. Juro por esta vida ruinosa que no soy capaz de cargar con este peso. Muchos dirán que soy muy débil, que si quiero en realidad puedo con todo, y que tengo toda la vida por delante. Pero no es tan sencillo. Ellos no son yo, ni yo soy ellos. Ellos jamás sabrán lo que es ser y vivir como yo, ni yo podré entender nunca sus pensamientos. Me da igual, que les jodan a todos ellos. Me siento tan diferente a todos ellos, quizás todo sea por un exceso de sensibilidad que da pié a la incomprensión mutua. Parece que todos tienen una perspectiva del futuro bien definida, delimitada y que sigue una línea recta ya prefijada de antemano. Ese no es mi caso. A pesar de ver esa linea recta con claridad, no quiero ni soy capaz de recorrerla. Siempre termino tomando atajos que me acaban llevando a los rincones mas oscuros de esta sociedad. Paradójicamente es ahí donde más a gusto me siento, ya que en los lugares que la gente suele tener por luminosos siempre se terminan por dar consejos provenientes de mentes simples que no ven mas allá que lo que tienen delante. Es decir, de personas que lo consideran todo muy sencillo, que piensan que todo se soluciona con ser positivo, y que todo radica solamente en nosotros mismos. Formas de pensar, que al cabo, hacen de nosotros unos esclavos de todo aquello de lo que pretendo huir. No me siento nada semejante a esas personas, como tampoco a mi propia familia. Mi madre siempre está afanosa, con sus pensamientos yendo a un lado y a otro, como sus piernas y manos recorriendo toda la casa. Y mi padre, siempre está trabajando, desconozco cuales serán sus impresiones sobre las cosas, y las pocas veces en las que hemos podido entablar conversación, me ha venido con los típicos consejos de un superficial manual. Ambos están siempre discutiendo, mi madre siendo una histérica, y mi padre un pasota que siempre que se enfada se va de casa, y ya. Me resulta bastante estúpido que gente así tenga la osadía de animarme a vivir y de darme consejos baratos cuando ellos mismos están mas amargados que una fruta caducada de hace años. Cuando discuten, suelo salir de casa a deshoras. Seguramente piensen que estoy haciendo cosas ilegales o turbias. Nada mas lejos de la realidad. Esas cosas suelo hacerlas a plena luz del día. Por la noche, suelo simplemente pasear. Dar vueltas para sosegar mis pensamientos, con mis cascos puestos escuchando canciones meláncolicas, que sin embargo parecen apuntar a algún tipo de esperanza. A veces llego tan lejos andando que ya ni recuerdo como volver. Me dan ganas de mear, y lo hago en cualquier sitio. Me saco el pene y meo sobre una lata de cerveza ya oxidada con el tiempo. Su sonido es como el conjunto de mi vida, algo tan vacío cual la cáscara de un caracol que se mudó ya hace tiempo. Siempre termino averiguando la vuelta a lo que la sociedad llamaría hogar, al menos administrativamente. Es lamentable que no encuentre mi lugar en esta vida con la capacidad con la que termino orientándome. Es hasta gracioso ja,ja,ja... Hasta mi sentido de humor es lamentable. Rara vez me río, y tengo que buscar alguna estúpida excusa para reírme de algo. De lo contrario, mi vida se resolvería en estar serio mirando hacía la pared. Ya ni tengo fuerzas para llorar. He llorado tanto años atrás, que mis lágrimas se han desgastado, se han evaporado debido a los tenues latidos de mi corazón. Pero ahora, estos latidos son cada vez mas nímios. Se van apagando, poco a poco... Noto como mi respiración se va entrecortando, antes parecía que me ahogaba con su impetú, y ahora, ya hasta me cuesta sentirla. Mi corazón, mi vida, mis pulmones, mis venas... Todo se va ralentizando hasta que se detenga totalmente. Y menos mal, suspiro con alivio. Al fin, por fin, todo ha terminado y ya empezará de nuevo en otro momento...
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Entonces, las voces cesaron. Y por tanto, también estas palabras transcritas hasta que aparezcan otras nuevas.
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