martes, 25 de junio de 2019

Dos sonetos para todos aquellos que hayan perdido sus amores para siempre

¡Oh, sacra Poesía, musa mía ya envejecida, dame por sútil gentileza ciertos albores provenientes de amaneceres y auroras imprevistas en aquel divino elemento que es llamado por inspiración! Repaso viejos escritos, nutridos por semejantes sentimientos a los presentes, y noto ya caérseme una pequeña lágrimilla, cual gota de rocío en prados paradísiacos, que entre mis dos ojos atentos a los acontecimientos que pasan sin dejarse tomar en vano se resbala sin yo ser capaz de detenerla ni durante un instante ¿Soy yo el poeta loco e inspirado que dejó plasmado aquello que escribió? Algo inusitado en mi interior parece decirme que sí, pero, sin embargo, otra parte de mí enarca sus espirituales cejas y se empeña que si tal anterior afirmación es cierta, hay algo de divino en escribir versos, una caudalosa fuente preñada de agua bendita de la que quizá bebemos para quitarnos la sed por consolarnos de las tristezas de cada día ¡Ay, vida mía, cuánto te amé y te sigo amando, pero que no amaría tanto sin esta capacidad de poder llorar a solas sin que nadie se atreva a sepultar lo que irremediablemente ha de pasar! Sí, ya aparece, susurra el espíritu, y yo le respondo como puedo a pesar del peso de mis carnes.

Silencio mi yo prosado, que hable aquel que canta para propio divertimiento, y si alguien tan amable le presta sus curiosos oídos mejor sea. Yo, mientras tanto, tomaré mis cuadernos y encontraré algo que me parezca bueno y que venga al caso, y ya después, lo dejaré aquí por arte mágica. Así es como me apetece y sea hecho según los escutrinios de la Providencia, a la que doy gracias por prestarme mientras me remonto en vida de camino a donde no sé con seguridad la asistencia de las musas, que en ocasiones desnudas, y otras veces con lujosos ropajes, me visitan cuando estoy a oscuras y con la melancolía ergida. Me suelo comportar muy cortés con ellas, y sin dar rienda suelta a lujurías pecaminosas  -que, por otra parte, nos atan con regularidad nuestra baja simiente- les presto la debida atención viéndolas, escuchándolas, amándolas, y tantas otras cosas más... Así, como he dicho poco mas arriba, cierre la boca por ahora mi yo narrativo y hable la parte que mas importa y viene a cuento en esta ocasión.

- Amores dolorosos de este autor

Sentir que produce sufrimiento,
tristeza fue el hechizo
de haberte creído visto, así se hizo
en mis desgracias un asiento

Recordar que provoca el lamento,
un pensar de la melancolía mellizo,
nostalgia de lo que nunca de deshizo
emana de mi alma, así lo siento

Mi corazón herido
por el inolvidable rostro
ido entre sombrías impresiones

Muerto en vida, fluído
por encima del inquebrantable potro
de lo nunca vuelto, perdidos amores

- Recuerdos felices en tiempos tristes

Lamentable martirio el de mis lágrimas
que fluyen cual rio, vespertino
el sol señalando su cauce, destino
de su rumbo por las colinas

Tristezas mías, riquezas abandonadas
sobre macilentos lechos de lino
sobre los cuales los olores no olvido, cruel desatino
fue oler aquellas mantas dejadas

Y sobre aquel cristal
tú rostro estuvo clavado
mirando nuestros ensueños idos

Y por encima del sino fatal
tu espíritu estuvo postrado
navegando en mares solitarios

...

Se fue, se fue...
más no el amor
nos fuímos nosotros dos
allí donde el recuerdo
se posó en una flor

Lloramos, mucho lloramos...
Mientras lo que alegres sentimos
se volvió dolor,
tan profundo
al despedirnos con lágrimas en los ojos

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