- Meditación nocturna
Gotas de lluvia repiquetean
sobre mi tejado, dejando mi corazón
arrebatado con su insistente sonido.
Su caída no cesa, cual desfiladero.
El viento sopla con fuerza, golpeando
todas las paredes, deseando arrastrarlas.
En esta noche, pienso en el imperio
de la naturaleza, que todo lo domina.
- Impresiones de una noche
Resoplidos intermitentes en la noche,
un ambiente cálido que todo lo circunda.
En el lecho, se abren los sueños
como la ventana que deja pasar el aire.
Yo también intento conciliar el sueño,
mas hay un furor interno que lo impide.
Miro a la derecha y no veo nada,
miro a la izquierda y veo un hermoso rostro.
- Inquietudes
Sólo se puede tener verdadera felicidad
allí donde se brinda con tranquilidad.
Cuando el corazón habita en calma,
sin querer uno se colma de alegría.
Lamentablemente, el sosiego no es perpetuo,
siempre hay una especie de inquietud
que me susurra al ritmo del viento:
"Cuando todo acabe: llorarás."
- Los días felices
Presurosos pasan los días cuando
somos felices, en letargo
cuando nos sentimos desdichados.
Qué pena tan grande, mas inevitable
Aunque todo pase fugaz,
pienso nutrirme del instante
y agotar toda esa dicha contenida.
Así tendré un bienestar para recordar.
- Recuerdos desvanecidos
Tengo un hondo pesar cada vez
que corazón en mano repaso
en mi memoria los buenos recuerdos.
Una gran punzada es mi tristeza.
Alejarse del regocijo de la libertad pasada
es clavarse múltiples puñales
allí donde palpita el seno de la vida.
Sufrir la pérdida es peor que la ausencia.
- Sentimientos en soledad
Mi lecho solitario transmite añoranza
por un sueño tranquilo cargado
de bonanza que se reparte por igual
entre los pliegues de las sábanas.
Lamentan las persianas el encontrarse
cerradas, de manera que no entre
luz alguna, ya sea diurna o nocturna.
La tristeza es desolado silencio.
- Pequeñez en el atardecer
Ya anochece, los tambaleantes árboles
lo notan al ser rodeados por un frío viento
Sus ramas, se sienten estremecidas,
arrulladas por luna y estrellas.
Alzo la mirada, viendome muy pequeño.
Tan diminuto soy, que bastaría
la mera caída de alguna gran planta,
para que me uniera a los espíritus.
- Aspiraciones de sabio
Se sientan los sabios al rededor
de una vieja estufa. No se dicen nada,
simplemente meditan cosas sencillas
tomando de ellas profundidades insondables.
Sueñan con los inmortales, pensando
en convertirse en algunos de ellos,
transfigurarse en algún animal
y planear sobre ríos y mares.
Eso sólo ocurre en aquellas noches
donde la luna alumbra con todo
su esplendor, sirviendose del coro
de las estrellas para elevarse.
Parecen ya casi alcanzar el máximo
saber, mas cuando quieren darse
cuenta abriendo poco a poco los ojos,
descubren que sólo estaban soñando
con nenúfares.
- Lección del silencio
Me siento ante la oscuridad de algún
ignoto lugar, y espero la llegada
del silencio que todo despierta al soñar.
Nada hay. Nada soy.
Me olvido de mi propia persona,
aspiro e inspiro como sin querer hacerlo
para hallar que en todo raro atardecer
se encubre un secreto amanecer.
- Lo inevitable
Innúmeras son mis tristezas,
y mis lamentos alaridos constantes.
Procuro refrenar de cara al exterior
el agudo sentimiento, mas imposible
[en el interior
En este mundo, inevitable es aflingirse
y aún quién lo esquiva por el momento, siempre acaba por ser alcanzado por esa flecha que algunos llaman melancolía.
- La enseñanza callada
Tal como las estaciones se suceden,
de la manera en que tras un día
soleado las brumas se ciernen,
cual el alocado río viene a desembocar
irremediablemente en un desolado mar,
así toda vida va caminando
hacía la muerte inevitable. Y, aunque,
uno se detenga, esta siempre llega.
- Soledad
Rechazo produce mi presencia,
y cuando acometo por lo bajo sentencia
todo se huelca en un silencio pactado.
Yo, petrificado, veo las hojas caerse.
En un lado me encuentro, alejado
de toda red de contacto, llevado
a la vil indiferencia que acaso tolera.
Yo, esfumado, veo mi sombra irse.
- La única certeza
Vivimos y morimos, esa es la única
certeza que he llegado a escuchar
hasta ahora, que nos deshacemos
como hojas otoñales en escarcha.
Es una antigua sabiduría muy repetida,
hasta la saciedad, incluso siendo niños.
Pero no lo tomamos muy en serio hasta
que las nubes arropan a la luna.
- Mi yo interno y mi entorno
En mi interior hay un diluvio constante,
cuyo chapoteo y redoblar de truenos
impactan en mi corazón cortante.
Aún se oyen relámpagos relumbrantes.
Dispersan mis venas lejanos vientos
cuyos ecos se diluyen en gritos internos
que provocan acordes vibrantes.
Si salieran, todo serían sollozos y lágrimas
Miradas de sospechas a mi al rededor,
esas gentes siempre andan ojos avizor
por si captan alguna caída,
algún descuido imprevisto que les dé risa.
Juzgado y sentenciado antes de tiempo
voy lentamente caminando, evitando
girarme o mirar de soslayo.
Vivímos en un mundo muy triste y solitario.
- Mi paisaje
Serena la noche transcurre
como de costumbre, alejándose
las nubes entre un cielo cargado
de efluvios y estrellas parpadeantes.
Es un paisaje interior que conduce
hacía un nuevo mundo en el que no
se distingue entre fuera y dentro.
Lamento en vano, lágrimas derramo.
- El último episodio de un insecto
Un insecto tendido en el suelo
siente los últimos estertores
que le produce la llegada inminente
de una desagradable muerte.
Este estira sus débiles patitas mientras
tiembla, y sus alas, antes tan vigorosas
ahora se sacuden perdiendo su color.
Triste destino vivir para luego morir.
- De lo viejo y lo nuevo
- Vengo a venderos unos libros,
de aquellos antiguos de los que ya
no se acuerda nadie, de esos
cuyas hojas amarrillean y de tapas húmedas
- Lo sentimos. Nosotros no aceptamos
ese tipo de viejos libros,
queremos de los mas vendidos,
los que suelen leerse de sobremesa
Entonces, el pordiosero se fue
por ahí de donde vino con la mirada
al rojo vivo, con unos ojos vidriosos
de salubres y sucias lágrimas.
Arrastrando sus envejecidos papeles,
se fue a la cuchitril esquina
de donde provenía, alejado
de aquel mundo limpio y civilizado.
- En un paseo
Qué solitarias las hierbas en su zarzal.
Qué cansado el murciélago volando
en el crepúsculo. Y mientras yo,
contemplando todo este paso.
Qué dañado el sauce entre arbustos.
Qué desconfiado el gato curioseando
tras ese cubo abandonado. Y mientras yo,
caminando sin saber nada de una meta.
- Belleza constante
Las flores de las adelfas heroicas florecen
a pesar de que el otoño haya comenzado,
e incluso, las rosas de un blanco impoluto
les acompañan en su fantasiosa travesía.
Nada detiene a la belleza hermanada
con la justicia persistente,y aunque llueva,
eso sólo realza todavía mas a la luna llena
Lo hermoso destaca entre oscuras nebulosas.
- El placer de fumar
La única manera en la que escapo
del hastío que a veces resulta la vida
es prender fuego a mi ducado,
y cuando este acaba consumido
por las llamas, convertido en ceniza,
tomo otro y vuelvo a encenderlo,
una vez y otra vez, sin cesar.
Se me ocurre que algo así es vivir.
- Nada, nada, nada...
Llego a un espacio indeterminado
donde el caprichoso tiempo parece
haberse congelado, quedado quieto,
estático, como supendido sobre nada.
Espero, pacientemente, a que todo
vuelva a marchar como siempre,
sin turbaciones. Mas, es en vano,
sólo nos queda el vacío en nuestras manos.
- Mi sombrío hogar
Una inmensa oscuridad me rodea.
Con sus lentos movimientos,
puedo escuchar en su paso
cómo suculenta ronconea.
Tan habituado estoy a las sombras,
que, cuando el sol asoma en lo alto,
no puedo evitar entrecerrar los ojos
al producirme su contacto gran daño.
Este reino negruzco es todo lo que tengo.
Me conozco todos los atajos,
cualquier recoveco ha sido aplastado
por mi arrapientos zapatos.
Si a la noche, alguien por mí pregunta,
decidle que estoy como de costumbre
bajo un olmo alumbrado por el claro
de luna, llorando cabizbajo.
- La sociedad
Hay mucha gente en las calles,
y aún así están desiertas.
Yo, camino entre ellos, esquivando
espacios ocupados por masas de aire.
Escucho sonidos en el silencio,
veo siluetas en el vacío,
percibo olores insípidos al tacto.
Estoy encerrado en una cárcel muy grande.
- Presente recordado
Cantan los grillos a sus anchas
una melodía improvisada que me hace
rememorar mi presente tristeza
procedente de imagenes pasadas.
Hace unas horas me han asestado
tan duro golpe, que la herida
no se cierra por mucho que la presione.
Hay colores apagados en la noche.
- Incomprensión
Tumultos, estruendos y pasos airados.
Un montón de luces por doquier,
ahí donde se posa la mirada y se afinan
los oídos produce mareos y vértigos.
Ni mi entendimiento ni mi empatía
consiguen acercarse a este mundo,
que pasa tan raudo como insistente.
Los miro, pero mi pensamiento
[navega a otro lugar.
- La línea del horizonte
Existe una fina línea en el horizonte
que son pocos los que consiguen verla.
Mas cuentan, que quién la contempla,
se deshace del gran fardo que algunos llevan.
Yo ya llevo tiempo agudizando mis ojos
por si logro apresarla en mi retina.
Creo que ya casi puedo apreciarla.
Mientras, me olvido de todo lo existente.
- Mi castillo
Vivo en un castillo muy alto,
situado en una lejana montaña
inaccesible para la mayoría de las gentes.
Allí no hay nada, sólo un enorme ladrillo.
Casi nadie sabe dónde vivo,
tampoco preguntan pero puedo decir
que se trata de un lugar apartado,
que pasa tan desapercibido como un suave sílbido.
Aquí, en esta montaña hace mucho frío.
Todo al rededor se encuentra congelado,
a excepción de mis libros y mi tabaco,
quizás porque me refugio en ellos.
Desde esta altura, puedo contemplar
un tenue verdor, y puedo escuchar
las risas y las fiestas del exterior.
No suelo participar. Están muy lejos.
- Recuerdos difusos
En aquel prado proveniente del recuerdo
que acaba confundiendose con un sueño,
yo estuve ahí siendo muy pequeño
quedandome extasiado con su amplitud.
Algo había en el viento, en ese moverse
de las sucesivas hierbas infinitas
que me cautivaba, que me apresaba ahí.
Ya no sé qué es recuerdo, y qué sueño.
- Una noche inusual
Hay noches en las que un cuervo vuela
solitario, donde los murciélagos
se quedan colgando en su sitio
y los búhos esperan al roce solar.
Las ramas de los árboles se desplazan
muy lentamente, sus raíces se restriegan
veloces y las luminarias ya no parpadéan.
Que hastío, que sosiego, que templanza...
- Noche y día
De madrugada paso la noche pensando,
en aquel día del pasado, tan lejano.
Ha transcurrido tanto tiempo, tantísimo,
que ya a la distancia lo veo nublado.
Recuerdo aquella primera inocencia,
la sonrisa lánguida y el trato amistoso.
En esos días todo era espontáneo y puro,
ahora la oscuridad y la desconfianza
[se ha adueñado de mí